Madird. La organización ecologista Greenpeace ha comprobado cómo la mala gestión costera (con actuaciones como regeneración de playas, dragados, espigones y reconstrucción de paseos marítimos) supone un derroche constante de dinero público de 100 millones de euros anuales en “parches”, que podría evitarse con una política de gestión integral de la costa.
Esta cantidad solo contempla los Presupuestos Generales del Estado de 2012 para la gestión de obras estatales, sin tener en cuenta que las competencias autonómicas multiplican este gasto. De aquí a 2100 significará una inyección de 8.800 millones de euros. Por otro lado, nos enfrentamos a tres procedimientos de la Unión Europea por contaminación de las aguas costeras, que pueden acabar en una multa de otros 100 millones, cantidad equivalente a la recortada este año en justicia.
Además, la política actual de costas no está teniendo en cuenta la mayor amenaza a la que nos enfrentamos: el cambio climático, una inaceptable falta de visión de futuro que supondrá para el Estado un coste de 3.415 millones de euros de aquí a 2100 debido a la intensificación de los temporales y las sequías, así como la subida del nivel del mar.
Esta nueva edición del informe ‘Destrucción a toda costa’ cuenta con el testimonio de veinte personas que viven en las diez comunidades autónomas del litoral. Todas ellas muestran cómo se puede vivir gracias a una costa bien conservada y, por otro lado, cómo afecta convivir con un litoral destruido, contaminado o perdido para siempre. Con sus retratos y sus palabras Greenpeace se acerca a los efectos que las actividades humanas tienen en el equilibrio natural que conforma nuestra costa y en sus habitantes.
Una de las principales conclusiones del análisis es que, por lo general, al ejecutarse obras en la costa no se contempla el impacto económico añadido de la pérdida del capital natural. Actualmente se ha perdido casi el 60% de la superficie de humedales costeros o el 70% de las lagunas costeras y sólo el 20% de los sistemas dunares está en buen estado. La mala gestión también se traduce en pérdidas: Naciones Unidas estima que en España se ha perdido, debido al urbanismo, la contaminación y las infraestructuras, un 50% de los beneficios económicos y ambientales de la costa (pesca, turismo u otras actividades) y con ellos la capacidad del desarrollo económico futuro.