miércoles, 23 abril 2025
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Los mercados cargan de nuevo contra la deuda española

Madrid. Tras el breve paréntesis estival abierto a primeros de agosto con las palabras de Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), de que tomaría todas las medidas a su alcance para salvar el euro –como si de él dependiera–, los inversores en deuda soberana han vuelto a coger los teléfonos para reiniciar las órdenes de venta de deuda soberana de los países cuyo futuro está en la cuerda floja, como el de España.

Y las consecuencias de estas llamadas no se han hecho esperar lo más mínimo. Tras conocerse que Cataluña pedía 5.000 millones de euros al Fondo de Liquidez Autonómico porque no tiene dinero con el que afrontar inmediatos vencimientos y que el presidente Mariano Rajoy zanjara el asunto de un posible rescate saliendo por la tangente –“España no está negociando un rescate adicional, porque el Gobierno no ha hecho ninguna petición”–, las ventas masivas de deuda soberana española volvieron a producirse.

Lo hicieron ayer martes, al término de la sesión, y han continuado con fuerza durante la jornada de hoy miércoles. Tanto que el diferencial del bono español a diez años vuelve a cotizar claramente en tipos inasumibles superiores al 6,5%, llevando la prima de riesgo por encima de los 520 puntos y en clara tendencia al alza.

Se trata de otra señal, la enésima, la que emiten los inversores en el mercado de deuda secundaria en el sentido de que lo único que quieren es que España se deje de más historias y solicite el rescate total de su economía. Mientras no lo haga van a seguir presionando con ventas puntuales de la deuda soberana sin más miramientos.

Mientras, en clave interna, los buenos resultados de la última emisión del Tesoro, con buena demanda y a un menor interés, fueron un simple alivio en medio de un negro panorama macroeconómico, con una caída progresiva de la economía por una demanda interna que cada vez consume menos, y menos que lo va a hacer, y unos depósitos bancarios que siguen menguando cada mes con salidas masivas, tanto de ajustes de las propias entidades como de empresas y particulares que deciden buscar refugio de sus capitales en otros países. Más de 74.000 millones se esfumaron en julio.

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