Madrid. El aluvión de datos negativos se sucede. Tanto que el Memorando para el rescate financiero de los 30.000 millones de euros que, por teleconferencia, se firma el próximo viernes ha pasado a un segundo plano. Da la sensación de que da igual que este trámite se firme o no. Las ‘invitaciones’ que desde las más altas instancias europeas se están haciendo a España para que solicite un rescate total de su economía cobran cada vez mayor protagonismo.
Y desde aquí, desde España, no nos cansamos de darles cada día más motivos para ello. Ayer, mientras el nuevo gobernador del Banco de España, Luis María Linde, comparecía en la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados, la institución que preside hacía públicos los últimos datos relativos al alcance de la deuda viva de las Administraciones Públicas. Más de 738.300 millones de euros tras aumentar un 2% el pasado mes de mayo.
Y hoy, de nuevo el Supervisor, ponía encima de la mesa otro dato demoledor, que las empresas y los particulares han dejado de pagar ya casi el 9% de los créditos, casi 156.000 millones de euros que las entidades financieras tendrán muy difícil recuperar.
Y, como colofón, esa aterradora realidad lanzada por el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, durante la sesión de control al Gobierno, de que o aumenta la recaudación fiscal o no habrá dinero para pagar las nóminas de los empleados públicos. Solo le ha faltado decir que también está en riesgo el cobro de las pensiones para liarla parda todavía más.
Demasiada gasolina para un fuego, el de la deuda soberana española, ya de por sí suficientemente abastecido, como para que la prima de riesgo no se diera por aludida, y así ha sido. Vuelve a situarse en 563 puntos básicos a tan solo 15 de su máximo histórico, con el bono español a diez años incapaz de bajar con fuerza de un interés del 6,8% y con tendencia a subir. Y mañana nueva subasta a largo. Veremos.