Madrid. Con la infinidad de declaraciones previas en un sentido u otro acerca de por dónde iba a salir el presidente del Banco Central Europeo (BCE) en su comparecencia mensual, en relación a la toma de medidas para desactivar la crisis de deuda que no ceja, Mario Draghi lo dejó meridianamente claro. Italia y, sobre todo España, tendrán financiación procedente del supervisor siempre que sus respectivos Gobiernos solicitan la activación del fondo de rescate. El italiano, en contra de las bravatas de la semana pasada, se ha plegado a los dictados de Alemania
Hablando caro –cosa que no quiere ni en pintura reconocer el Ejecutivo presidido por Mariano Rajoy–, la práctica intervención de las cuentas estatales por parte de la ya conocida ‘troika’ y, además, claro está, un sinfín de condicionantes envueltos en una retahíla de eufemismos que, en el caso de que ese rescate se produjera, ya no sería meras recomendaciones, sino obligaciones puras y duras. Otro Memorandum de Entendimiento (MoU). Siglas en inglés que empiezan a ser tan conocidas como las tres iniciales con las que todo el mundo conoce al entrenador del Real Madrid.
Documento que articularía decisiones para una mayor reducción del gasto público hasta donde se estime conveniente, ya sea con más rebajas de los salarios de los empleados públicos, el ajuste no realizado de las empresas públicas y, en último extremo si fuera necesario, tocar incluso el espinoso tema de las pensiones.
Es lo que hay. Es el punto de no retorno. Ese precipicio al que Draghi, fuertemente presionado desde Alemania, ya ha puesto un pie de España. Rajoy debe poner el otro con la solicitud del rescate. Desde ese mismo momento, y sin esperar a que todos los documentos estén preparados y superen las mil y una instancias nacionales y supranacionales necesarias, el propio Draghi ha dejado caer que el BCE compraría deuda de manera inmediata. Un auténtico dardo envenenado, pero no hay otra. De lo contrario, en octubre el Estado ya no tendría dinero suficiente para hacer frente a sus gastos mensuales ineludibles.