Madrid. Si el viejo Esopo leyese lo que estos días se está publicando en España sobre las llamadas “hipotecas a la americana” o sobre los “abusos de posición dominante” de alguna parte de la Inmobanca, desde el cielo que los dioses tienen reservados a los Ingenios bondadosos se lamentaría de que los hombres -pasen los siglos que pasen- no cambian, pues en lo radical –y salvo excepciones- seguimos siendo los mismos. En ocasiones, los mismos grandes héroes que entonces y en otras más frecuentes, sus vergonzantes antónimos.
Sobre esos asuntos y otros referentes a la naturaleza actual de la Inmobanca existen hoy abundantes opiniones, pero lo que está claro es su evidente carácter de atractor caótico dentro de la evolución actual del mercado inmobiliario, pues gran parte de la actividad inmobiliaria gira a su alrededor y depende de aquélla. Ya hablamos de este carácter en otro artículo publicado en Inmodiario dentro de la serie que dedicamos al Caos y a la Complejidad dentro del sector inmobiliario, así que no insistiremos más dado su clara evidencia. Hoy en día todo el sector es atraído por la Inmobanca, y en sus giros algunos naufragan como si el efecto fuese el de un feroz maelstrom, y otros, sobreviven –incluso algunos magníficamente- dentro de sus remolinos.
En estas situaciones no puede dejar de aceptarse la inevitabilidad del atractor. Esto es, integrar que la Inmobanca ha llegado (tres años y medio ya de existencia más o menos aletargada), para quedarse y permanecer en su posición central y absorbente durante muchos, muchos, años… y, en estos momentos, en formación de ataque.
Además, yo no pensaría que esta situación pueda ser reversible. Sólo podría ocurrir si se diese una agitación social extrema… y eso no parece ni posible ni deseable hoy en España. Pero, por el contrario, creo que es verdad que la sociedad civil acepta en nuestra patria cosas que no resultarían admisibles en otros lugares civilizados. Veámoslo.
¿Se ha preguntado alguna vez por qué, si las «hipotecas a la americana» son posibles y aceptadas como parte normal y habitual del tráfico financiero de los bancos de algunos países, no puede ocurrir lo mismo en el nuestro? … ¿O por qué, si el dinero público que se dio para salvar a los bancos, en un primer momento, se les dio para salvarlos y a la vez para que el crédito fluyese a empresas y particulares, esto ultimo no se ha cumplido, sin que haya habido consecuencias para los beneficiados?… ¿O por qué, si en algunos países se pide responsabilidades judiciales a los directivos que han llevado a la ruina a sus empresas financieras, aquí, salvo alguna política excepción, no se hace y por el contrario se prejubila a algunos con abultados “bonus”?… ¿O por qué es posible en España esta aparente política de sumisión de los poderes públicos hacia los poderes económicos cuando en otros países parece ser la contraria?… ¿O porqué no se actúa contra la sequía del crédito que está ahogando progresiva y crecientemente a muchos?
La sociedad civil, (¡nosotros!) parece aletargada. Y me parece que actuamos colectivamente como dóciles “cordericos”. Y, fíjese que, casi nunca el destino final de estos últimos resulta envidiable.