Madrdi. Belén Romana y Walter de Luna son, que se sepa, las únicas dos personas contratadas para dirigir el banco malo (Sareb), junto a Oscar García Maceiras, como secretario general. Son los únicos que cada día, desde hace ya dos meses, acuden a las oficinas situadas en el paseo de la Castellana, 89, el edificio propiedad de Ahorro Corporación, a trabajar para poner en marcha el complejo entramado inmobiliario del que, en buena medida, va a depender que España recupere en los próximos años la senda del crecimiento.
No hay ni teléfonos oficiales, ni página web ni nada que haga pensar que allí se está poniendo en marcha la mayor inmobiliaria de España, pero así es. Hasta que los ‘cazatalentos’ de Spencer Stuart no terminen de elegir a los mandos intermedios, y estos a su vez aporten sus personas de confianza, la situación seguirá así, envuelta en una provisionalidad y una improvisación manifiestas.
Resulta tan cutre todo que, tras salir del ascensor que da acceso a la planta sexta, el único indicio de que allí se encuentra la sede del ‘banco malo’ español es un cartel con una flecha bajo el nombre de Sareb colocado sobre una mesa.
Un montaje, el de la Sareb, que los promotores, ávidos de que se cuente con ellos para formar parte importante en el negocio que se avecina, no acaban de ver claro que sea el más adecuado, y andan lanzando dardos envenenados.
“Tengo curiosidad por saber cómo un equipo desde Madrid gestionará suelos de toda España con las diecisiete legislaciones distintas”, ha comentado, con toda la carga irónica posible, el consejero delegado de la empresa Núñez i Navarro, José Luis Núñez.
Otros, como Ramón Carbonell, vicepresidente de Copcisa, cree que los empleados de la Sareb, aun antes de llegar, serán insuficientes.
Un extremo en el que coincide con el presidente de Renta Corporación, Luis Hernández, quien estima que un centenar de personas para gestionar activos valorados en cerca de 70.000 millones, una vez que estén todos transferidos, son pocos, toda vez que van a tener que lidiar con medio centenar de fondos extranjeros interesados en adquirir estos activos.