sábado, 1 febrero 2025

La subvención directa de las ‘chapuzas caseras’, ¿una mejoría del sector inmobiliario y de las cifras de paro?

Madrid. El actual Gobierno de España lleva subvencionando abiertamente determinados campos del Sector Inmobiliario-Constructor con la intención de mermar la sangría del paro y mejorar en lo posible los datos de nuestra economía nacional; al mismo tiempo que se hace especial hincapié en criticar y culpabilizar al sector de nuestra lamentable situación económica, se trata de potenciar el mismo por la puerta trasera a base de subvencionar la promoción de Vivienda Protegida, (que ha fracasado notoriamente), subvencionar las obras de rehabilitación y promover planes de reforma urbana con dinero público. Una actitud que resulta paradójica. El grado de intervencionismo estatal en la actividad privada no culmina con la pésima gestión del suelo y el desarrollo urbano, causante de la mayoría de los males que padece el sector residencial en España, sino que alcanza la subvención a sectores que, en virtud del designio de los funcionarios estatales, son más productivos, más generadores de empleo y en definitiva, más beneficiosos para la mejora de nuestra economía.
 
Si usted quiere comprarse una vivienda nueva tendrá que sufrir la restricción del crédito, la multitud de gastos inherentes a la compra, la inestabilidad económica, etc., pero si por el contrario quiere cambiar el grifo de su fregadero, tendrá deducciones fiscales y subvenciones directas. Si usted quiere evitar atascos de horas para desplazarse desde su vivienda a su lugar de trabajo, tendrá que soportar infraestructuras colapsadas, retenciones y multitud de inconvenientes que repercuten además en su productividad laboral y su calidad de vida, pero si por el contrario quiere ver cómo su alcalde mejora su proyección pública, podrá ver cómo se aplican subvenciones directas para hacer y deshacer aceras, promover proyectos inacabados y derrochar el dinero que su trabajo ha reportado a las arcas públicas en proyectos improvisados y que, a la vista de los datos, no han repercutido en absoluto en las cifras de paro, que siguen en aumento.
 
Pero, con todo, se sigue defendiendo a capa y espada la rehabilitación de viviendas como medida para mejorar la situación del Sector Inmobiliario-Constructor. ¿Cómo es posible, preguntamos, que se produzca una mejoría en éste en base a una actividad escasamente generadora de empleo, la mayor de las veces sumergido, y en el que está a la orden del día la evasión fiscal? ¿Alguien puede creer de verdad que las reformas y las rehabilitaciones, que por otro lado no suponen ninguna novedad en el sector, pueden generar más riqueza que el desarrollo de áreas de nueva construcción; viviendas, equipamientos, infraestructuras, etc? ¿Acaso no es mucho más difícil la gestión de áreas en núcleos urbanos complejos, con los consiguientes problemas de gestión en el desarrollo de los mismos, que en la mayoría de las ocasiones imposibilitan su desarrollo o en el mejor de los casos, lo retrasan excesivamente en el tiempo? Y lo que es más que determinante, ¿ha supuesto la subvención directa de las «chapuzas caseras», una mejoría del sector y de las cifras de paro?

Lo cierto es que la subvención a la vivienda protegida, la rehabilitación y las obras de reforma urbana únicamente ha supuesto un derroche de dinero público que bien podría haberse destinado al mantenimiento de nuestro sistema de pensiones, o a la mejora del sistema educativo o el sanitario. En materia de generación de empleo ha sido un completo fracaso. Para potenciar al Sector Inmobiliario-Constructor ha sido ineficaz e insignificante, pues salvo para las contratas y subcontratas que tratan de hacerse con las adjudicaciones de obras públicas de escasa envergadura, los supuestos beneficiarios de las ayudas públicas han sido los propietarios de viviendas de segunda mano y las empresas de reformas. Las promotoras se han visto de nuevo prácticamente imposibilitadas para iniciar proyectos de rehabilitación de envergadura por la restricción del crédito; no es lo mismo rehabilitar un baño que un edificio de 50 viviendas. Al mismo tiempo, no es justo ni conveniente que se subvencionen determinados campos de un sector económico y a otros se los deje a la buena ventura; el Sector Inmobiliario-Constructor no ha necesitado hasta la fecha de subvenciones ni ayudas directas para ser altamente productivo y fuente de riqueza y empleo. Por el contrario, la subvención directa de campos como la rehabilitación y las reformas, al mismo tiempo que se deja otros sectores en situación de inferioridad, nos lleva a un modelo de intervencionismo estatal que a la vista de los resultados, únicamente genera un derroche de dinero público que no repercute ni en el empleo ni en la mejora de la economía.
 
Habría que dejar a la Sociedad Civil elegir libremente el modelo de desarrollo urbano y de vida que ésta prefiera en vez de imponer deliberadamente un modelo predeterminado, y centrarse verdaderamente en las carencias que impiden actualmente el acceso a la vivienda, que son la restricción crediticia, la incertidumbre laboral y la pésima situación de nuestra economía nacional.
 
 
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