Mientras el mercado inmobiliario residencial sigue lastrado por una crisis que no acaba de cerrarse, aunque ya se vean en las grandes ciudades algunos pequeños amagos de cambio –como esos osados 220 cooperativistas que le van a pagar al Ayuntamiento de Madrid 300.000 euros ‘per cápita’ para abonar los 65 millones de la antigua sede municipal de Urbanismo–, las operaciones cerradas en otros segmentos de la actividad hacen vislumbrar que algo está cambiando.
Esos cerca de 650 millones de euros en lo que va de año en oficinas y locales, tanto en Madrid y Barcelona, lo vienen a poner de manifiesto. Hablamos de cifras similares a los años álgidos del ‘boom inmobiliario’, las que se daban a mediados de la pasada década.
En materia de oficinas, Madrid se está viendo beneficiada en este arreón por dos circunstancias. Una, la de siempre, el ‘efecto capital’ que pesa lo suyo y otro, que cada vez adquiere más pujanza, derivado de la crisis soberanista que se vive en Cataluña y esa incertidumbre que se cierne ante la posibilidad de que finalmente se lleve a cabo el referéndum para determinar si hay o no secesión.
En lo que Madrid no supere a Barcelona, más allá de las cuestiones políticas de fondo, es en lo relativo a las expectativas de rentabilidad de sus bajos y espacios comerciales, especialmente en la zona centro. Y los precios lo vienen a certificar. La contención de precios en la capital catalana ha sido menor que en Madrid y se prevé que de signos de recuperación a medio plazo.
Para aquellos inversores privados que estén ahora tentando el terreno de la capital para ver dónde pueden poner su dinero, existe la posibilidad más segura de hacerlo sobre inmuebles terciario situados en zonas con poca oferta, como el entorno ‘prime’ de la Castellana o en sus aledaños de Salamanca o Almagro. Edificios señoriales y representativos en una media de unos 35 millones de euros. Es la opción más segura, pero existe otra, en el interior del anillo de la M-30, menos céntrica pero con posibilidad de obtener un mayor retorno.
En el caso de Barcelona, tanto las posibilidades de negocio en oficinas como en bajos comerciales, se concentran en el paseo de Gracia, donde ya se están produciendo muchas transacciones. De hecho, esto ha permitido que la caída de precios haya sido muy inferir a la de otras zonas y ciudades.