En un abrir y cerrar de ojos, los inversores de medio mundo han decidido que España ya no es un mercado inmobiliario desaconsejable. Todo lo contrario. Deben tener unos argumentos y unas previsiones de futuro que aquí se nos escapan, para determinar que la inversión ahora, en España, se ha convertido en algo perentorio, determinante para obtener unos beneficios en el futuro.
El que no entre ahora no sabe lo que se va a perder. Es una de las conclusiones a las que llega la consultora PwC y Urban Land Institute (ULI) tras realizar una entrevista a 600 directivos de empresas inversoras. Seguramente, muchos de estos encuestados, en el fondo, no lo tienen tan claro, pero por si acaso –no sea que sea verdad – no dudan en abrazar esta hipótesis.
Oficinas, locales comerciales, hoteles -viviendas también, pero menos– son los activos más buscados, tanto por los inversores institucionales tradicionales como por los fondos oportunistas. Pero todo con cierta cautela.
Aunque durante los tres primeros trimestres de 2013 la inversión en España se disparó en un 198% (partía de una base muy baja: 2.400 millones de euros), se mantienen las reservas hasta que no consiga un buen volumen de la financiación que los bancos no aportan.
Y, claro, Madrid y Barcelona son las ciudades en las que todos ponen los ojos. Ambas han escalado posiciones entre las ciudades más atractivas para nuevas inversiones inmobiliarias. Una de las razones de peso que esgrimen muchos de estos encuestados pasa por la presencia de un producto sumamente interesante, como son los inmuebles que, en la capital, tienen como inquilino a las Administraciones Públicas, o los hoteles de Barcelona.
A la cabeza de ciudades europeas con mayor interés para las inversiones tradicionales se sitúan Múnich, seguida de Dublín, Hamburgo, Berlín y Londres. Como novedad, el informe relaciona la falta de crecimiento demográfico con el volumen de desocupación de oficinas. Merece capítulo aparte la sostenibilidad. Tres de cada cuatro encuestados incluyen la sostenibilidad en su estrategia de negocio y el 50% consigue cobrar rentas más altas a inmuebles sostenibles.
Los inversores institucionales y aseguradoras presentes en los mercados de deuda inmobiliaria están aplicando criterios de inversión responsable a los fondos tanto a la hora de invertir como a la de conceder financiación. Y en ese sentido, la sostenibilidad y la calidad de vida van tomando posiciones. Está claro que los propietarios de activos a largo plazo quieren edificios que impacten positivamente en el entorno de sus comunidades locales, lo cual a menudo se entiende como un retorno social sobre la inversión.