Madrid. No puede ser otra cosa que un rumor sin consistencia. Algo de probabilidad casi nula y que por eso no dudo de llamar burdo…¿Cómo se le habrá podido ocurrir a alguien una cosa así? ¡Qué bobada! Eso no es posible. Se trata de una de esas chanzas que se cuentan sobre los políticos y que al final resultan no ser ciertas. Pero esa me ha chocado especialmente porque aunque incierta está muy bien traída a cuenta de la situación actual española.
Al fin diré de que se trata: ha llegado a mi conocimiento que el libro de cabecera del presidente del Gobierno español, don Mariano Rajoy es ni nada más ni nada menos que el titulado: El gatopardo, de José Tomás de Lampedusa. Sobre este asunto ya decíamos en un artículo anterior: “No creo que ni siquiera su autor, José Tomaso de Lampedusa, vástago de la vieja nobleza siciliana de toda la vida, hubiese imaginado nunca que una de las frases de su obra El Gatopardo –seguramente gracias a la adaptación cinematográfica que en 1963, el director italiano Luchino Visconti hizo para el cine- se hiciese mundialmente famosa y fuese utilizada a partir de entonces para reflejar multitud de situaciones en muy diferentes contextos y en muy variados estados. Pero el hecho es que si el lector coloca la frase en un buscador de Internet, éste le devolverá una numerosísima y variada lista de todo tipo de casos en los que esa frase resulta utilizada.En todos ellos se alude a una situación dada que se quiere cambiar por unas u otras razones y sobre las que a partir de un momento se suceden numerosos hechos, actos, decisiones, variaciones y cambios conducentes a alterar el anterior estado… Desafortunadamente, tras todos ellos, se desemboca en una situación en la que siendo aparentemente distinta a la anterior, los hechos fundamentales que la regían, apenas han sido alterados: se trata pues de cambiar todo para que todo siga igual. La fortuna de la frase es indiscutible a pesar de su (aparente) contradicción.”
He vuelto a recordar esto por la noticia que hace referencia a la intervención del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, explicando el plan que lanzará de inmediato para reformar las Administraciones Públicas y que, con las 217 medidas que contiene tiene como objetivo reducir los costes y mejorar el servicio al ciudadano. Para ello, se propone suprimir 120 duplicidades que hay con las CCAA y aunque muchas de las medidas del plan son "recomendaciones", por lo que no son de obligado cumplimiento, el Ejecutivo tratará de llevarlas a cabo informando al ciudadano de su coste y apoyándose en la necesidad del rigor presupuestario que marca la Ley de Estabilidad.
Doscientas diecisiete medidas son muchas y sin duda todas ellas serán razonables, pero ¿tendrán la capacidad suficiente para cambiar realmente la Administración Local? ¿No estaremos, de nuevo ante un lindo gatito con pintas en vez de frente al muy necesario leopardo jaspeado (que es lo que se necesita si se desea cambiar realmente)?
¿Establecerán las mismas la eliminación del Senado, por ejemplo? (En muchos países sólo existe una Cámara y no parece que eso sea un problema.) ¿Se eliminarán Diputaciones, provincias, cabildos y otras organizaciones sobreabundantes? ¿Se reducirá el insoportable número de municipios existentes en España? ¿Se reducirá el número de Autonomías? ¿Se Reducirá el número de puestos políticos de las instituciones que permanezcan? ¿Se cargarán el Consejo de Estado? ¿Desaparecerá el Tribunal Constitucional para pasar a ser una sala más del Tribunal Supremo? ¿Se anularán cualquier medida autonómica que rompa el mercado único? ¿Se armonizarán todas las legislaciones autonómicas?
Podríamos seguir pero el lector ya habrá captado la idea: Cabe preguntarse si las medidas que se proponen tendrán de verdad un efecto de cambio real en el país o se tratará de otra colección de medidas (reformas) de corte (recorte) gatopardista que harán buena –otra vez- la frase ya mítica de Lampedusa: Hay que cambiar todo para que todo siga igual. Por cierto, que el texto original dice: "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie". ¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tentativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado". "…una de esas batallas que se libran para que todo siga como está".
Ni siquiera he pensado, al recordar otro dicho de Lampedusa: “El amor. Claro, el amor. Un año de ardor y llamas y treinta de cenizas”, en el traslado fácil a nuestra situación actual española. Yo no sé si es el deber moral sentido por don Mariano Rajoy lo que le impulsa al tipo intensivo y extensivo de todo tipo de reformas a que está sometiendo al país o si se trata de dar una respuesta lenta a la necesidad extrema que padecemos o a qué algo hay que hacer para salir de la Crisis, pero me estoy temiendo que otro burdo rumor pueda estar gestándose en España: el que dice que a cuatro años de reformas y recortes pueden sucederles treinta más de cenizas.