Madrid. ¿Se acuerdan de la euforia no disimulada del Gobierno cuando hace más de dos meses, el 6 de septiembre, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, anunciaba que la institución no pondría reparo alguno para comprar deuda soberana de los países con problemas? Pues apenas nos hemos movido. Es como si el tiempo no hubiera pasado. El mismo argumento que entonces se tomaba para certificar que las cosas se estaban haciendo bien, podría ser el mismo que serviría ahora para justo lo contrario.
Es verdad que en estos más de dos meses la prima de riesgo se relajó sobremanera, pero hoy martes, tras la celebración del último Ecofin y las permanentes dudas sobre la economía griega, esa prima vuelve a estar por encima de los 460 puntos, en el mismo punto que estaba hace dos meses, antes de que las palabras de Draghi obraran el milagro.
“Estamos siendo el rompeolas de la crisis”, argumentaba ayer el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, ante sus socios, para defender la gestión política que está llevando a cabo el Gobierno español para cumplir con las exigencias de déficit y deuda impuestas por las autoridades comunitarias y el FMI, y advertir, con esa metáfora, que es la crisis de la zona euro –en especial, la crisis permanente de Grecia– la principal razón por la que la prima de riesgo española no solo no logra bajar a terrenos asumibles, de entre 200 y 300 puntos básicos, sino, como se está viendo, parece empeñada en proseguir su escalada hacia los 500 puntos.
Y es que esa maldita prima y el diferencial de la deuda a 10 años en relación a la alemana vuelven a estar en el centro de todas las miradas. Cuando bajan nadie se acuerda de ellos, pero cuando suben desatan todas las alarmas por las implicaciones que tiene en las cuentas públicas y el aumento considerable de los intereses que hay que pagar.
¿Y ahora qué? ¿Saldrá otra vez otra Draghi a mostrar su aparente firmeza e independencia frente a Alemania, y, de una vez por todas, facilitará un soporte adecuado donde se mueven los activos financieros españoles? ¿O, por el contrario, en esa política de ‘una de cal y otra de arena’ que tanto se estila en Europa, volverán a dejar a los mercados que campeen a sus anchas especulando sin miramiento alguna con compras y ventas de las deudas de los países con mayores riesgos?
En juego, lo de siempre, el futuro de la zona euro. Casi nada. Y mientras, en clave interna, a capear el temporal de esa nueva huelga general y la articulación permanente de medidas restrictivas para reducir el déficit.