"El Reino Unido necesita más energía doméstica. El desarrollo del fracking traerá trabajo y oportunidades de negocio". Toda una declaración de intenciones la que encierra esta categórica afirmación del ministro británico de Energía, Michael Fallon, la que respalda un cambio de la legislación para suavizar actividades de fractura hidráulica o fracking.
No hay datos concretos de lo que las prospecciones pueden alumbrar, pero la simple publicación de un documento público relativo a la posible existencia de un filón de crudo no convencional o shale oil en la cuenca conocida como Weald, que abarca áreas de los condados del sur del país como Sussex, Hampshire, Surrey y Kent, ha puesto sobre la mesa la necesidad de suavizar la legislación sobre estas prácticas. Se calcula que podrían existir reservas de unos 4.400 millones de barriles de petróleo de esquisto.
Por este motivo, y animado por la idea de poder reducir la elevada dependencia de las importaciones de combustible, el Gobierno presidido por el conservador David Cameron ya ha afirmado que va a presentar un proyecto para aligerar la regulación que pesa sobre estas prácticas.
La propuesta incluye, entre otros cambios, que se puedan realizar prospecciones sin que sea necesario el consentimiento de los dueños de los terrenos. Esto se aplicaría en perforaciones a partir de 300 metros de profundidad, mientras que la fractura hidráulica solo se llevaría a cabo en profundidades de 1,5 kilómetros o más.
Esta flexibilización daría respuesta a una petición de la industria energética, que se queja del retraso en los proyectos y el aumento de los costes que provoca la actual legislación. Con la normativa vigente, las empresas tienen que negociar los derechos de acceso con cada propietario de tierras, en un proceso que suele alargarse durante meses.
Frente a la postura de la industria petrolífera y del Gobierno británico, los habitantes de las zonas afectadas ya han iniciado movilizaciones para mostrar su rechazo ante la que se avecina al lado de sus casas. La extracción del petróleo de esquisto se realiza a través del fracking, que requiere bombeo de agua, arena y productos químicos en las rocas y a una elevada presión.
Esta práctica está recibiendo severas críticas por los defensores del medio ambiente en el país, porque consideran que puede perjudicar los suministros de agua y provocar incluso temblores de tierra.