Madrid. Se decía hace un año, cuando Bankia estaba todavía presidida por Rodrigo Rato, que la entidad ya tenía provisionadas pérdidas de unos 400 millones de euros por el agujero financiero de su Torre Foster, uno de los cuatro rascacielos levantados sobre los terrenos de la antigua ciudad deportiva del Real Madrid, pero seguramente no quedará ahí la cosa.
El edificio había sido adquirido en julio de 2007 cuando, bajo la presidencia de Miguel Blesa, la entonces Caja de Madrid pagó a Repsol la friolera de 815 millones de euros. Eran los tiempos de la locura, esa que se acabó apenas dos meses después cuando en Estados Unidos estalló la crisis de las hipotecas ‘subprime’.
A esos 400 millones supuestamente ya provisionados hace año y medio habría que añadir otros 200 millones de minusvalías para aproximarse al precio al que hoy estaría el mercado dispuesto a pagar. Una cantidad de unos 250 millones de euros para un edificio que la verdad no tiene mucho interés desde el punto de vista del negocio, al no contar con inquilino alguno. De haberse alquilado, su venta hubiera sido más fácil y a un mejor precio, pero vacío imposible.
Así pues, el actual presidente de la entidad José Ignacio Goirigolzarri ya sabe lo que hay. O lo vende ahora por esos 250 millones –bueno, hasta 300 en el mejor de los casos– o dentro de unos meses, cuando lo tenga que vender por narices, lo tendrá que hacer a un precio todavía inferior.
Esos fondos buitres que han llegado a España en busca de hacerse con gangas inmobiliarias, como la Torre Foster, no parecen dispuestos a pagar más de 2.000 euros por metro construido por un inmueble de estas características, cinco veces menos de lo que Caja Madrid pagó a Repsol en 2007.
Mientras tanto, el edificio solo suma pérdidas y no solo en su valor. Estamos ante una mole prácticamente vacía, excepción hecha de los encargados de la gestión de activos inmobiliarios, que fueron trasladados a dos de la plantas intermedias del rascacielos para no tener que contabilizar el inmueble a precio de mercado.
Y tener vacío un edificio de estas características cuesta lo suyo, del orden de unos tres euros por metro cuadrados al mes en mantenimiento, lo que elevaría la factura a unos ocho millones hasta ahora. A eso habría que añadirle la fuerte carga impositiva que acarrean sus 74.000 metros cuadrados.