El fenómeno de la resiliencia urbana está de moda, y cada vez se oye hablar más sobre el tema. Todas las ciudades están iniciando su camino para convertirse en resilientes y proteger a sus habitantes, sus bienes y el mantenimiento de la funcionalidad ante las crisis.
El primer paso sigue una vieja receta, la de conocerse bien primero, por eso las ciudades necesitan un diagnóstico a partir del cual se tomen las decisiones adecuadas para recuperar el buen funcionamiento lo antes posible.
La solución del problema, cuando es preventiva, suele repercutir de manera notable en la calidad de vida de los ciudadanos, de manera que el sistema afectado puede no sufrir la incidencia y mejorar sus prestaciones.
En este marco, la ciudad de Barcelona ha sido seleccionada para participar en el proyecto de la Unión Europa Resccue («Resiliencia para hacer frente al cambio climático en áreas urbanas»).
Un programa que tiene como objetivo combatir los desafíos que supone el cambio climático y construir ciudades más sostenibles. El centro del estudio será el agua, y se analizarán, durante cuatro años, los efectos que puede tener sobre las infraestructuras o el medio natural.
El proyecto también se desarrollará en Bristol y Lisboa. Se comprobará, por ejemplo, hasta qué punto Barcelona está preparada para absorber un episodio de lluvias torrenciales y qué impacto podría conllevar sobre los bienes y servicios públicos urbanos, como los sistemas de abastecimiento eléctrico, la movilidad o las playas.
El Ayuntamiento trabaja para que la ciudad esté preparada para prevenir o minimizar el impacto de situaciones excepcionales de emergencia o incidencias puntuales, ya sea por causas naturales o por causas humanas o tecnológicas.
Con este objetivo dispone de un equipo de profesionales centrados en incrementar esta capacidad de la ciudad, es decir, su resiliencia urbana, mediante tres líneas de actuación. En primer lugar, la gestión del riesgo, a través de la Central de Operaciones del Espacio Urbano y la coordinación con el resto de centros de control de la ciudad, desde donde se coordinan las incidencias y las situaciones de emergencia.
Asimismo, se actuará sobre el análisis del riesgo, mediante la plataforma de gestión de la información y análisis de la resiliencia, que permite estudiar las problemáticas de la ciudad.
Y, por último, la reducción del riesgo, a través de las mesas de resiliencia, para introducir mejoras que reduzcan las vulnerabilidades detectadas. Estas mesas están formadas por equipos de trabajo multidisciplinares en los que trabajan personal técnico del Ayuntamiento y unas veinte entidades.