Desde ayer y hasta el 18 de marzo, el Recinto Modernista de Sant Pau se ha convertido en un espacio de encuentro global de debate para las ciudades y compañías que destacan en la creación y el desarrollo de las comunidades más resilientes del mundo. Representantes de más de veinte ciudades del mundo participan en la primera Semana Mundial de la Resiliencia Urbana en Barcelona.
El primer evento de estas características que se lleva a cabo a escala mundial, aspira a dar voz a las ciudades y conectarlas para sumar esfuerzos ante retos comunes, dándoles la oportunidad de intercambiar conocimientos prácticos a través de la difusión de ejemplos y de buenas prácticas en materia de resiliencia en el mundo.
Organizado dentro del contexto de colaboración con el Programa de Perfiles de Ciudades resilientes (CRPP) de UN-HABITAT, el encuentro tratará temas como la gestión del agua, las infraestructuras urbanas a prueba de desastres, las iniciativas de éxito para fomentar la implicación de actores clave, la resiliencia social o la respuesta de la ciudad ante el reto de los impactos migratorios y la crisis de refugiados.
¿Qué se entiende por ciudad resiliente? Es aquella que tiene la capacidad de planificar y anticipar el riesgo a través de actuaciones preventivas, y de intervenir para modificar las condiciones que permitan evolucionar hacia un determinado modelo de ciudad. Actualmente en Barcelona se están llevando a cabo dieciocho proyectos de resiliencia urbana que tienen como objetivo conseguir una ciudad más preparada ante los impactos de situaciones excepcionales.
El modelo Barcelona se basa en la ejecución de las siguientes líneas de actuación: el análisis del riesgo, mediante una plataforma que permite estudiar las problemáticas de la ciudad; la gestión del riesgo a través de la central de operaciones, que está en servicio las 24 horas y los 365 días del año, y la reducción del riesgo a través de las mesas de resiliencia que ponen en funcionamiento proyectos con el fin de introducir mejoras.
El Gobierno municipal tiene el objetivo de potenciar y priorizar los proyectos de resiliencia orientados a los ciudadanos y colectivos más vulnerables y de incorporar la participación ciudadana en los proyectos. En esta etapa nueva impulsará también el plan que permitirá establecer coordinadamente los objetivos a largo plazo de la resiliencia y la adaptación al cambio climático.