En España se sigue sin poner un ladrillo, y pasará todavía algún tiempo para que lo vuelva a hacer, pero la calidad de algunos de los productos derivados del sector de los materiales, como el azulejo, no ha pasado desapercibida para los grandes inversores internacionales gracias al fuerte posicionamiento que muchas de estas empresas tienen en el mercado internacional, el que le ha permitido amortiguar el impacto en las cuentas de la hecatombe acaecida en España en los últimos siete años.
Es por ello que fondos de inversión intencionales, principalmente de Estados Unidos, de países árabes como Kuwait, e incluso españoles, han empezado a mostrar un gran interés por alcanzar acuerdos de compra.
Algunas ya se han cerrado, como la realizada por Nazca Capital, que ha adquirido a través de su Fondo Nazca III, una participación mayoritaria en el accionariado de Fritta a finales de 2013. En la mayoría de los casos se trata de inversores con voluntad de permanencia que han sido atraídos por los buenos resultados y las posibilidades de crecimiento a medio y largo plazo.
En algunos casos, los nuevos propietarios están imponiendo nuevos gestores, pero no faltan los que respetan a buena parte del staff de las compañías, si la gestión ha sido acertada y han definido una estrategia acertada para la empresa. De hecho, en el caso de la entrada de Nazca en Fritta, la participación que adquirió el fondo fue la de la familia fundadora, mientras que el director general del grupo sigue siendo Pascual Parra, que participa en el accionariado de la compañía como minoritario.
Las firmas más interesantes para los inversores son las de fritas, esmaltes o azulejos y, aunque haya casos de firmas más apalancadas hay fondos que han accedido a la empresa comprando su deuda. Hay de todo, ya que en el sector ha habido importantes sacrificios por parte de las compañías y de los trabajadores que les han permitido ganar atractivo entre los potenciales compradores.
El conjunto de las 21 principales empresas azulejeras españoles creció en ventas un 2,3% entre 2011 y 2012, aunque un tercio afloraron cuantiosas pérdidas. Otras nueve pudieron incrementar los resultados, pese a que los resultados de la compañías españolas se han visto perjudicadas por un incremento de los gastos, como resultado de los cambios en el impuesto de sociedades. Igualmente, el incremento de los costes energéticos va a tener efectos en los próximos ejercicios, perjudicando a la competitividad española.