El Ayuntamiento de Barcelona acaba de cerrar el plazo de exposición pública para la reforma parcial de la emblemática avenida Diagonal.
Seguramente, en este caso, no llegará la sangre al río, como ocurrió el pasado mes de enero con el polémico proyecto del Gamonal, en Burgos, que finalmente tuvo que ser aparcado por los responsables municipales ante la fuerte movilización vecinal.
En Barcelona, de salir adelante el proyecto consensuado con los comerciantes, lo que se pretende es mantener el eje central, con dos carriles para vehículos y uno para el bus, en cada sentido, y modificar los laterales, de manera que desaparecerían tanto los carriles viarios situados ahora junto a los comercios, como el espacio peatonal situado actualmente en medio de ambos espacios viarios. Una manera de agrupar los coches en la zona central, trasladando por completo el tránsito de peatones a la zona más próxima a los locales comerciales.
Algunos colectivos ya han criticado el hecho de que el Ayuntamiento haya pasado por alto todo el proceso participativo previo a la Consulta de la Diagonal del año 2010, los trabajos de las entidades vecinales, sindicales y de entidades de movilidad, y las recomendaciones aprobadas por unanimidad en el Pacto por la Movilidad.
Un proyecto que no estaba previsto para este mandato que, según sus críticos, se ha adelantado por el interés de los comerciantes afectados. De hecho, el proyecto de reforma ha sido redactado por un arquitecto contratado por una parte de estos empresarios.
Entre los aspectos más polémicos está la no inclusión de una interconexión de los dos ramales de tranvías, a petición expresa del alcalde, perdiendo la oportunidad de reducir drásticamente la contaminación de la avenida, perjudicando la movilidad metropolitana de seis municipios condenados al doble transbordo para recorrer la Diagonal.
La propuesta no es eficiente en términos de costes, ya que, a juicio de los críticos, la mejora que representa la ampliación de la acera de la Diagonal no justifica los 19 millones de euros que costará, ante el resto de carencias que el proyecto no contempla.
El Ayuntamiento, por su parte, explica que técnicamente la reforma no compromete la viabilidad técnica de obras necesarias como la conexión del tranvía o la ampliación del colector central, pero sí comprometería la viabilidad política, ya que bloquearía durante años la posibilidad de tener que volver a urbanizar la misma vía.