Hace unas semanas, escuchando las noticias sobre la cancelación del proyecto de Eurovegas, recordé un fragmento de conversación que hace muchos años mantuve con un agente intermediario chileno-americano, de nombre Roy D. Este agente, estaba entonces promoviendo en la Comunidad de Madrid una idea inmobiliaria que, en aquellos momentos, era novedosa en España: la de los parques empresariales. Finalmente, y aunque el negocio de ese tipo fue un éxito inmobiliario de primera magnitud en nuestra comunidad, aquello terminó siendo un fracaso personal para Roy D. porque su idea de traer los Business Park, USA, a España, fue aprovechada por otros… que lo dejaron fuera del negocio. Más si lo traigo aquí es para contar que, en algún momento de sus gestiones, me dijo cómo él, años antes, también había estado trabajando como intermediario para implantar EuroDisney en España y por qué razones fue desestimada su implantación aquí, para, finalmente, ir a construirse en Francia.
Sin embargo, casi al mismo tiempo de recordar este hecho, lo dejé de lado, pensando que quizás fuese una buena idea escribir sobre ello alguna vez, y enseguida lo olvidé. Y el recuerdo estaba perdido hasta que esta tarde he podido leer un artículo de Manuel Llamas, titulado Los otros Eurovegas que perdió España en los que, entre otras pérdidas dolorosas se menciona a Eurodisney. Así que he vuelto a recordarlo.
Y aunque los detalles se me han perdido creo que las palabras de Roy D. fueron estas: “Hay gente que es capaz de hacer fracasar una idea aunque eso no le beneficie a él e incluso a veces le perjudique, con tal que el otro -su competidor- no obtenga ningún beneficio. Prefieren el fracaso del otro, u otros o de muchos, si ellos no están dentro.” (Otra versión del viejo y canalla: no me importa perder un ojo si mi enemigo se queda ciego.) Y es que según Roy D., las comisiones que algunos no iban a ganar -porque se las iban a llevar otros- fueron el veneno que los tuertos utilizaron contra el proyecto. Veneno, claro, hábilmente disimulado y disperso en todo tipo de consideraciones ecológicas, de competencia, de influencia colonial, de antiamericanismo, de… de cualquier cosa que pudiera trabar el proyecto. Y lo tumbaron. Y se prefirió el fracaso de la idea porque los intermediarios malvados, o bien no iban a ganar nada o bien les era insoportable que otros sí lo hiciesen. Por supuesto, que el bien común que resultaría de la implantación del proyecto en España, les traía al fresco.
No conozco lo ocurrido realmente en Eurovegas y por qué se ha perdido esta oportunidad que hubiese resucitado el sector inmobiliario madrileño. Ahora no tengo a ningún Roy D. -dentro del lodazal- que me cuente porqué se ha perdido esta vez. Pero lo que he leído me hace dudar… Más allá de las justificaciones técnicas del fracaso (de las razones oficiales por las que ya no se va a hacer Eurovegas) ¿habrá sido esto, consecuencia última… de otra desatendida cuadrilla de tuertos?
¿Qué le parece imposible? Bien, ya le he dicho que esta vez nadie “de dentro” me lo ha contado. De hecho no he hablado de ello con nadie, que yo recuerde… así que nada puedo afirmar con rotundidad acerca de la existencia de ese grupo de canallas tuertos. Tan solo que la oportunidad perdida no va a reanimar el mercado inmobiliario madrileño. Y que si existiesen, a ellos habría que adjudicar el fracaso y el daño general causado a todos.
Termino este asunto con un nuevo fragmento de memoria lejana que trata del mismo tema. Ahora recuerdo que en una operación inmobiliaria -importante, aunque de menor entidad que Eurovegas-, en concreto, la implantación de una ciudad bancaria de un importante banco español, si existió esa cuadrilla de tuertos. Y si la ciudad bancaria está donde está y no cerca de donde yo vivo, es porque ese grupo exigió que las comisiones de todos los terrenos que componían la actuación… tenían que ser para ellos. Y que si en la actuación actuaba más de un intermediario, ellos, que poseían la representación de la mayoría de los propietarios, abortarían el proyecto. Lo sé porque yo era uno de los intermediarios que hubiesen podido presentar algunos -pocos- terrenos y porque algún Magno amigo que tenía dentro, así me lo contó.
Tuertos que por no ganar ellos hacen todo lo posible porque nadie gane; con lo cual todos perdemos. ¿Le suena?
Si el mercado inmobiliario se recupera, una tarea urgente será la de eliminar a esas cuadrillas de tuertos. Y su guillotina, solo puede ser la de la transparencia y simplificación extrema de todos los procesos inmobiliarios.