Que en la Unión Europea, por mucho que se empeñen en taparlo, cada país va por su lado, es algo que parece evidente. Y, en ocasiones, cuando están en juego los intereses particulares de cada Estado Miembro se percibe de una manera clarividente.
Está todo el sector fotovoltaico europeo pendiente de en qué queda el intento de la Comisión Europea por imponer aranceles de casi el 50% a las importaciones de productos fotovoltaicos chinos, después de que cerca de 20 productores locales europeos presentaran una denuncia formal, porque entienden que China vende productos por debajo del coste real para lograr hacerse con todo el mercado.
Y resulta que la mitad de los países, con Alemania a la cabeza, está tratando, por todos los medios, de torpedear esta iniciativa. No de manera evidente, pero sí con comentarios acerca de que, antes de llegar a imposiciones, habría que negociar. Y eso que ha sido precisamente la germana Solar World, líder europeo de fotovoltaicos, la más afectada y la que más empeño ha puesto en presionar para que se impongan a los chinos estas medidas arancelarias.
Pero el Gobierno alemán tiene intereses superiores, y ha mostrado su preocupación porque un enfrentamiento con China en este tema desemboque en represalias comerciales contra las exportaciones alemanas al principal mercado asiático, ya que el gigante asiático es uno de los principales mercados para la industria alemana de bienes de equipo, ingeniería y automoción.
Lo que está en juego no es solo la defensa del gran mercado chino para las exportaciones europeas. Hay países que se oponen porque el sector de instaladores, consultores, y fabricantes de silicio policristalino como la alemana Wacker Chemie, necesitan a los fabricantes chinos para su supervivencia.
Los paneles chinos se colocan en el mercado europeo a precios un 50% por debajo de los de fabricación local. El sector instalador alemán afirma que la aplicación de los derechos arancelarios a los paneles chinos va a suponer la pérdida solo en Alemania de 60.000 puestos de trabajo.
Según un estudio del sector hecho a cargo de BNEF, el volumen de inversión en energías limpias en todo el mundo cayó en 2012 un 11%, hasta los 227.000 millones de euros. España lideró el año pasado la caída de inversiones, con una bajada del 68%, hasta los 2.200 millones de euros. En Italia, la caída ha sido del 51%, sobre todo por un cambio normativo en los subsidios a las fotovoltaicas.
Tampoco se han librado países en desarrollado como India, con un bajón de las inversiones del 44%, u otros más sólidos como Estados Unidos. En este país el retroceso ha sido del 32% ante la incertidumbre durante todo 2012 sobre los créditos fiscales para la energía eólica. Estos expiraban en 2012, pero finalmente han sido ampliados hasta diciembre de 2013 como parte de los acuerdos políticos para cerrar la brecha del denominado abismo fiscal.
Mientras tanto, China se ha convertido en el punto más caliente del planeta en materia de renovables, con 67.700 millones de dólares de inversión en 2012, un 50% más que en 2011. Otros dos grandes protagonistas son África del Sur y Japón. En Japón, las inversiones han crecido un 75%, hasta los 16.300 millones dólares, como reacción al desastre nuclear de Fukushima.
España, mientras tanto, ha pasado de liderar la expansión del sector a sufrir la caída más drástica a nivel internacional a causa de la moratoria a las ayudas para nuevos proyectos de energías renovables aprobadas en enero de 2012.