Londres. En plena vorágine olímpica, el Gobierno británico sigue dándole vueltas a cómo dar en el clavo para que la economía de las islas supere la recesión en la que se haya envuelta desde hace tiempo, con tres trimestres consecutivos de contracción que se suman a los que ya se dieron entre 2008 y 2009.
Así, fracasado el conocido como ‘proyecto Merlín’ lanzado el pasado año, por el que los principales bancos del país, entre ellos Barclays, RBS o Santander UK se comprometieron inicialmente a aumentar sus préstamos a las pequeñas y medianas empresas, pero finalmente no lo hicieron porque las entidades optaron por guardar capital para protegerse en caso de más dificultades económicas, el Ejecutivo británico y el Banco de Inglaterra vuelven a insistir.
En esta ocasión, la oferta que ponen encima de la mesa a las entidades financieras es una línea de crédito de 80.000 millones de libras (unos 100.000 millones de euros), la conocida como ‘Financiación para créditos’, a devolver en un periodo de cuatro años y a un tipo de interés a partir del 0,25 %, inferior al que se ofrece en los mercados financieros.
El objetivo y la condición para conceder estos créditos es que sirvan para reactivar la financiación a las pymes y otorgar más hipotecas, tratando así de dar un impulso al mercado inmobiliario.
Ahora quedan dos dudas por resolver, que los bancos accedan a entrar en el plan propuesto por el Ejecutivo presidido por David Cameron –Barclays ya ha anunciado que sí lo hará – y que los pequeños empresarios y los particulares superen los recelos existentes sobre el futuro de la economía y soliciten estos créditos, cambiando el ciclo negativo que se vive en Gran Bretaña, sustanciado en una disminución del 17% de los créditos a las pymes fuera del sector financiero, hasta 420.000 millones de libras (533.000 millones de euros).