Con las dudas sobre el agujero que pueden deparar los desenlaces de inmobiliarias como Reyal Urbis o Martinsa-Fadesa, las provisiones en créditos participativos o la aplicación de la circular del Banco de España sobre nueva valoración de activos, la Sareb ha vuelto a soltar lastre, a diestro y siniestro, el pasado mes de diciembre, para paliar, de alguna manera, las consecuencias negativas de esos asuntos.
Y lo ha hecho vendiendo todo lo que se ha puesto a tiro. Incluso ha transferido unos activos que ya fueron vendidos hace un año. Cuatro edificios de oficinas en Madrid que entonces, ante la imposibilidad de colocarlos en el mercado mayorista por las bajas ofertas recibidas, el banco malo echó mano de un fondo de activo bancario (FAB), el vehículo de uso exclusivo que le permite sacar inmuebles de su balance.
Se trató de una autoventa en toda regla. Yo me lo guiso, yo me lo como. Comprador y vendedor, a la vez. Por una parte, Sareb ingresó 80 millones de euros en su balance, los mismos por los que se endeudó el FAB Corona. O sea, el propio banco malo, como partícipe único del fondo.
El entramado de ingeniería financiera se articuló a través de dos vías. Una emisión de deuda del FAB por 48 millones de euros, cubierta íntegramente por Sareb, y un préstamo de 32 millones concedido por el propio banco malo al fondo.
Además, Sareb otorgó una línea de crédito de 4 millones al FAB Corona para que afrontara los gastos de constitución y de inicio de actividad. En definitiva, Sareb como único titular de los valores, acreditante de la línea de liquidez y también único prestamista.
Entre enero y junio, el FAB Corona satisfizo (de Sareb a Sareb) intereses por 520.000 euros y amortizó capital por 160.000 euros. Y contaba como únicos activos financieros con 2,34 millones de euros de tesorería y con 275.000 euros de cuotas impagadas derivadas de los arrendamientos de los inmuebles. De estos impagos, 68.000 euros se clasificaban como créditos dudosos al llevar impagados más de tres meses.
Después de todo este montaje de venta ficticia –que sirvió a Sareb para dar de baja de su balance los cuatro edificios transferidos al fondo y apuntarse los 80 millones de ingresos–, a mediados del presente ejercicio el banco malo volvió a poner en venta los cuatro edificios de oficinas agrupados en el FAB Corona. Los que, ahora sí, han sido transferidos a fondos gestionados por Blackstone, el gigante estadounidense de gestión riesgo, por un importe de más de 81 millones de euros, según anuncia el banco malo.
A la vista de la desinversión inmediata que se está produciendo, lo que está haciendo Sareb con estos FAB no pasa, como decía inicialmente la sociedad presidida por Belén Romana, por beneficiarse de la revalorización futura del activo inmobiliario o financiero traspasado. Lo único que hace es facilitar a los inversores no residentes –los que finalmente se van a quedar con los activos– la exención de tributar en el impuesto de sociedades.