Caledonian, constructora, promotora e inmobiliaria madrileña especializada en casas sostenibles y con todo tipo de lujo y confort, es apreciada por los expertos gracias, entre otras cosas, por las soluciones térmicas y de insonorización utilizadas en sus promociones. Por ello, su responsable del departamento técnico y de Compras, Juan Benjumea, nos da algunos consejos prácticos, fáciles, sencillos y baratos para adecuar nuestras casas y hacer frente a esas bajadas de temperaturas propias de los meses de otoño sin tener que encender más tiempo la calefacción o poner temperaturas más elevadas, lo que conlleva un gasto mensual mayor.
Para Benjumea, lo primero sería centrarse en la propia construcción de la vivienda y su adaptación al medio. No tiene nada que ver un clima frío y seco que uno húmedo, y también la orientación es importante, ya que una casa expuesta al sol en su fachada principal buscará conservar el calor ganado en las horas de luz, y una casa en zona de sombra su objetivo es un buen aislamiento.
«Cuando se habla de «ladrillos» y de soluciones constructivas, aislar eficazmente por el exterior y buscar «masa» o «inercia térmica» e incluso una «inercia higrométrica» (materiales cerámicos que regulan la humedad) en el interior favorecerá la estabilidad de las temperaturas», explica Juan Benjumea.
Pero claro, no todas las casas se pueden construir desde cero. Por eso, para mantener una casa cálida de forma económica cuando llega el otoño lo mejor es recurrir a soluciones tradicionales. «Fundamentalmente consiste en limitar las pérdidas en forma de calor que tenemos en nuestro cuerpo», incide Benjumea. Las soluciones estructurales, las que tienen que ver con la morfología y construcción de la vivienda, son difícilmente adoptables en el día a día, «por lo que tenemos que adaptarnos al medio. Si analizásemos cualquier vivienda, por antigua que sea, veremos que la mayor pérdida de calor se produce a través de las ventanas. Así, unas cortinas y persianas en invierno, y toldos en verano, pueden ser una gran solución. Parece algo lógico, pero hay muchas casas que carecen de lo uno o lo otro», explica el directivo de Caledonian.
Es importante ventilar la casa, no sólo por salubridad, sino también para eliminar la humedad que se forma en los baños y cocina. Sin embargo, cuando no hay un sistema de ventilación centralizada hay que hacerlo con cabeza. Por una sola ventana habitual, de 1.40×1.20m, por ejemplo, el aire puede circular saliendo por la parte superior y renovar fácilmente una habitación en un cuarto de hora. «Si aprovechamos para ventilar durante las horas de más calor o, mejor aún, cuando el sol calienta esa ventana perderemos el mínimo de calor», recomienda Benjumea.
Dentro de ese aprovechamiento del calor ganado y perdido, el responsable del departamento técnico y de Compras de Caledonian explica que lo ideal es permitir la entrada de sol directa a través de los cristales, levantando persianas y cortinas cuando incida directamente sobre el vidrio, permitiendo que pasen los rayos de sol y que el vidrio se caliente. En cuando el sol deje de incidir directamente, un visillo o una cortina ligera pueden dejar pasar la luz sin tener pérdidas por radiación al exterior. En cuanto se haga de noche, es fundamental bajar las persianas y, a ser posible, cerrar las cortinas para que el calor no se pierda a través de la ventana. «Quizá, una de las soluciones más económicas y efectivas es cambiar el mecanismo tradicional de las persianas por un motor con conexión WiFi o programable. Suele ser incluso más barato que cubrir la ventana con una buena cortina con forro y guata, y ofrece una gran comodidad», subraya Juan Benjumea.
Otro aspecto tradicional es fijarse en lo que se hacía en los viejos castillos y caserones de la Edad Media. Estos contaban con camas con dosel que daban más privacidad a sus dueños y funcionaban como última protección ante la pérdida de calor. Estas edificaciones también poseían unas buenas cortinas y alfombras para reducir las pérdidas térmicas. En este sentido, es habitual en verano quitar y poner alfombras y cortinas a la vez que nos quitamos el edredón para no pasar calor, pero hay que acordarse que, cuando llega el otoño, todo eso tiene que volver a su sitio antes de que lleguen los fríos agudos. «Como paralelismo, es como cuando salimos a la calle: en invierno nos ponemos un buen abrigo y unas buenas botas, y cuando llega el verano se va más ligero», comenta Benjumea.