Madrid. No tenemos cifras fiables pues hasta en los epígrafes de actividades el número de empresas registradas en ellos es difuso. Y no es que no haya claridad en el número de empresas que están clasificadas en uno o en otro, sino que:
· No todas las empresas o personas que a la intermediación se dedican están registradas en un epígrafe idéntico (único).
· No todas las empresas ejercen realmente esa actividad y sólo están en alguno de los epígrafes por si acaso pueden intervenir en algunas operaciones alguna vez.
· Algunas empresas con actividades próximas y que están en otros epígrafes distintos, hacen de intermediarios siempre que pueden.
· Otras empresas o personas se dedican a esto sin registro alguno.
· Otras empresas que se dedican a la Intermediación aparecen clasificadas en otros epígrafes de actividad profesional.
Así que esta cifra: la de personas o empresas que se dedican a la intermediación, es difusa. Y sólo podemos estimarla por otros medios o a través de supuestos o encuestas varias.
Los males que esto trae podrían ser enumerados pero ya le supongo conocedor del desbarajuste inmobiliario que esto ha traído a España y si a esto se añade la ausencia casi total de barreras de entrada a la profesión –recuerde el tema de la desregulación del que hemos hablado en otra ocasión- la confusión acerca “del número de inmobiliarias” es importante. En rigor, lo que esto significa es que desconocemos el tamaño de nuestra fuerza.
Ahora bien. ¿Qué le parecería si para ejercer de intermediario se necesitase estar una lista?
Una lista no parece constituir un gran problema ¿verdad? De hecho, estar en una lista podría decirse que es algo cotidiano y vulgar. Todos estamos en múltiples listas. Y sin embargo, si sólo hubiese una sóla lista en la que los que allí se posicionasen fuesen los únicos que pudiesen ejercer de intermediarios ocurrirían muchas cosas pero sobre todo que sabríamos en cada momento el número de personas que están autorizadas para ello, el número cierto de inmobiliarias que existirían. Lo revolucionario de un hecho tan pequeño es que con ello tendríamos un número preciso. Un simple, claro y maravilloso número y por tanto nada de imprecisión en ese punto.
Como es fácil de entender la lista puede ser una lista compleja (habría que definir las condiciones de entrada, mantenimiento y salida de esa lista) y, como consecuencia, las ventajas de la misma podrían ser mucho más amplias y beneficiosas para el sector.
Pero aunque las ventajas de estar en esa lista fuese evidentes –y para ello tendríamos que extendernos mucho- aceptémoslas por un momento y preguntémonos: ¿No sería muy difícil hacer que todos los inmobiliarios estuviesen en una sóla lista? Pues difícil o fácil lo que está claro es que es posible y sencillo. La Generalidad de Cataluña, como ejemplo, ha establecido recientemente un tipo de lista como el que hemos apuntado, para el ejercicio de la profesión inmobiliaria. Y el orden ha vuelto al mercado de Cataluña en el ámbito inmobiliario. Felicítenos por ello a sus promotores, envidiemos a los que allí trabajan “enlistados” y mientras, esperemos que esa iniciativa se extienda al resto del país.
Como observación final le reitero que advierta cómo un pequeño detalle, el estar o no en una lista, puede transformar todo un mercado. Es otro argumento más del cuidado que debemos tener con los pequeños detalles.