Madrid. EuroVegas y el Parque Warner representan las dos caras de una moneda en la Comunidad de Madrid. Por el primero, andan los dirigentes regionales como locos por esos 17.000 millones de euros que, supuestamente, va a invertir el multimillonario estadounidense en España para montar media docena de casinos, otros tantos hoteles y lo que se tercie.
El otro, sin embargo, languidece con más pena que gloria en el décimo aniversario de su apertura. El próximo sábado inicia la nueva temporada y dos semanas después ya no se podrá llegar en tren al recinto de San Martín de la Vega. A partir del 4 de abril cierra definitivamente el ramal de Cercanías que unía la estación de Pinto con el parque.
En el proyecto de EuroVegas se está poniendo toda la carne en el asador por parte de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. En el Parque Warner nunca creyó. Había sido proyectado por su antecesor en el cargo, Alberto Ruiz-Gallardón, y cuando Aguirre llegó a la presidencia del Ejecutivo regional, a finales de 2003, ya vio que el parque tenía todos los visos de convertirse en un auténtico fiasco.
Desde entonces, la Comunidad de Madrid ha intentado poner todos los medios a su alcance para recuperar parte de los casi 200 millones de euros de dinero público dilapidados en el Parque Warner, pero, por unas cosas u otras, todas las iniciativas nunca llegaron a cuajar de forma definitiva.
En 2004, tras su llegada a la presidencia del Gobierno regional, los problemas financieros de Six Flags, la empresa gestora del parque, obligaron al Ejecutivo madrileño a su compra. Las acciones quedaron repartidas así: el 43,6% para la Comunidad de Madrid, el 21,8% para Caja Madrid; 13% para la inmobiliaria Fadesa, 4,3% para NH Hoteles; 4,3% para El Corte Inglés; 4% para Warner Bros y un 9% repartido entre otras cinco constructoras.
Un año después, la Comunidad de Madrid quiso desligarse del tema completamente, vendiendo su participación y los 2,2 millones de metros cuadrados de superficie anexa al parque. Parecía que la jugada saldría en 2006, cuando logra un acuerdo para vender a Fadesa su participación por 26 millones a cambio de un derecho para la construcción de varios hoteles y centros comerciales en esos terrenos anexos. Luego Fadesa se fusionó con Martinsa, y la empresa resultante se vio abocado a la quiebras en 2008. Y el cántaro de Aguirre se rompió. La posterior negociación con la Universidad de California para instalarse en los terrenos tampoco llegó a fructificar.