Madrid ¿De qué puede servir un faro cuyos espejos y luces no alumbran? Pues puede servir para muchas cosas, pero ninguna de ellas es la de avisar con su luz la proximidad de la costa, que es su uso principal, aquello para lo que se construyó.
¿Para qué sirve la predicción del futuro inmobiliario? Pues también para muchas cosas pero si pretende que los augurios de los expertos inmobiliarios le sirvan como guía en su negocio, no creo yo que su luz le alumbre mucho.
Véase las predicciones de las que hacen eco diferentes medios acerca de la especulación reiterativa que suele aparecer a principios de cada año o a finales del anterior, acerca de cómo puede ser el año entrante. Si atendemos al informe de PwC y ULI reseñado en Inmodiario.com en el artículo: 2013 marcará el inicio de la recuperación para el sector inmobiliario, leemos: “Si los últimos cinco años se han caracterizado por luchar para sobrevivir, 2013 marcará el inicio de la recuperación para el sector inmobiliario". Pero si acudimos al socio-director de Horizonte Consulting, Julio Gil, leemos en: El ladrillo vivirá en 2013 su peor año: la vivienda va a seguir cayendo y habrá nuevas quiebras en el sector, publicado en eleconomista.com, que: “el hecho de que 2013 vaya a ser "el peor año de la crisis no quita para que 2014 vuelva a serlo".
La discrepancia indicada ¿es una cuestión de calidad de las fuentes consultadas? No, porque ambas son prestigiosas y tienen un elevado conocimiento del sector inmobiliario. Así pues, ambas fuentes son creíbles y razonables.
¿Entonces?
Sin apuntar qué creemos nosotros, una cosa está clara: las dos opiniones señalan tendencias opuestas y por eso no podrán darse a la vez. Así que habrá que esperar a que termine este año para poder comprobar cuál de las dos fuentes indicadas como ejemplo (y muchas otras que no hemos citado y que basculan hacia una u otra posición según el caso) ha sido acertada y cuál, errada.
De esta disparidad de percepciones de futuro ya hablamos en su día –hace unos tres años- con la mención a unas predicciones opuestas que en aquel momento “enfrentaba” al socio propietario de una franquicia inmobiliaria española de mucho éxito y a una ministra de la Vivienda, acerca de cómo evolucionaría el sector inmobiliario en el año entrante. La percepción positiva del inmobiliario –este año será el de la recuperación y volverá a haber mucho negocio- chocaba frontalmente con el de la ministra que anunciaba dificultades tras el “aterrizaje suave” de la economía. Cuando aquel año terminó la ministra había acertado y el inmobiliario, no.
No sería amable sospechar que el franquiciador tenía que seguir vendiendo licencias y que por eso su expresión positiva del discurrir próximo estaba condicionada por ello -¡qué iba a contar a sus posibles clientes!- ni que la ministra, ya veía clara la crisis galopante que nos asolaba –¡cómo iba a seguir negando la misma!-… pero vaya usted a saber. En cualquier caso poco importan las razones de cada parte porque podría haber sido al revés. Y es que como dijimos entonces, en tiempos de Caos, predecir –no ya a bulto- sino con tablas y series estadísticas tiene la misma fiabilidad que pronosticar el futuro mirando las entrañas de un buey recién desventrado, interpretar el vuelo de los chotacabras al atardecer o preocuparse por la disposición de los posos del té verde en una taza de delicada porcelana de Sévres.
En estos tiempos de Caos no haga caso de las predicciones – ni siquiera de las bienintencionadas, bien fundamentadas y creíbles como las dos primeras a las que hemos hecho referencia- pues nunca sabrá hasta que llegue el final del tiempo qué ha pasado finalmente.
Y lo que es peor, mientras tanto nunca podrá utilizar su creencia como faro para su navegación segura sencillamente porque no hay luz en ellas, sólo oscuridad y magia. Y no estamos en tiempo de dragones. No se desanime, hasta en esos tiempos medios había señales luminosas.