Entre la crisis económica y el trasvase de viajeros al tren de alta velocidad, el aeropuerto de Barajas no levanta cabeza. Los apenas 40 millones de usuarios que utilizaron las instalaciones aeroportuarias del aeródromo madrileño en 2013 son prácticamente los mismos que lo hicieron antes de inaugurarse la flamante terminal T4, en 2006.
A lo largo de 2013, en toda la red de Aena -compuesta por 49 aeropuertos- el número de pasajeros descendió un 3,5%, con 187,3 millones de pasajeros, lo que representa la cifra más baja desde 2005. Frente al balance de Barajas, el aeropuerto de Barcelona-El Prat, que en verano logró superar al de Madrid en número de usuarios, registró un aumento anual del 0,2%, con el arribo de 35,2 millones de viajeros.
Sobre diciembre, la caída de pasajeros de Barajas continuó, aunque a menor ritmo. "Madrid-Barajas, el aeropuerto con mayor número de viajeros de la red de Aena con más de 3.046.997 pasajeros, reduce de nuevo su caída y decrece un 0,8%", asegura el gestor aeroportuario en un comunicado.
Las razones que explican este retroceso son, además del recorte generalizado de usuarios que han sufrido todos los aeropuertos, la subida de las tasas, que desincentivan la llegada de aviones, y el recorte de rutas por parte de todas las aerolíneas, sobre todo de Iberia.
Por lo que respecta a la evolución de toda la red, el tráfico de viajeros red creció por segundo mes consecutivo con un alza frente a diciembre de 2012 del 2,9%, el equivalente a 11.741.989 usuarios.
Aena destaca que estos datos "indican que se mantienen la tendencia alcista iniciada en noviembre después de cerca de dos años, desde diciembre de 2011, en que esta mejoría no se producía". La mejora, añade, se explica por el incremento del tráfico internacional, ya que se ha alcanzado un récord anual en pasajeros internacionales con 129.036.973 personas, el 2,7% más.
Para atajar este permanente retroceso en el número de viajeros, desde el Ministerio de Fomento, el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid andan dándole vueltas a qué medidas plantear. Las nuevas rutas intercontinentales que unan la Península con Asia e Iberoamérica sería una de ellas. Revisar la política de tasas aeroportuarias para atraer e incentivar la actividad de las aerolíneas, sobre todo de las de bajo coste, sería otra. Y tampoco estaría de más la introducción de nuevos incentivos económicos y fiscales para el tráfico de mercancías. Mientras tanto, los viajeros que llegan a Barajas cada vez son menos.