Madrid. Cada trimestre parece que debería ser el último en el que caiga el desempleo en el sector de la construcción, porque es difícil que lo haga más. Y los más optimistas tiran las campanas al vuelo con todas esas cosas de la luz al final del túnel, el fin de la recesión y los primeros atisbos de que, a partir de ahora, se inicia la senda de la recuperación. Pero no.
La cruda realidad de cada nueva remesa de datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) vuelve a sembrar el horizonte de nubarrones que certifican que la construcción, residencial y no residencial, sigue completamente paralizada en España, y ya muy cerca de los tres millones de desempleados desde que en 2008 empezara a perderse empleo en este sector.
Son ya poco más de un millón, de los cuatro que había en los tiempos de bonanza, los que todavía conservan su empleo, pero sin garantías de lo que lo vayan a hacer en los próximos meses. Los Expedientes de Regulación de Empleo (EREs) anunciados por algunas de las grandes empresas constructoras van en la dirección opuesta a lo que sería deseable, con la consecuencia inevitable de que ese millón de trabajadores siga reduciéndose en el futuro.
Como consecuencia de las sinergias que este sector tiene en España sobre el resto de la actividad productiva, el resto de sectores también acusa el parón de la construcción. En los últimos tres meses, el sector de los servicios se ha dejado unos 300.000 puestos de trabajo. Ni la Semana Santa, que siempre estimula el turismo, ha amortiguado el golpe. La segunda recesión de esta crisis ha hecho mucha mella en una rama que ocupa a la gran mayoría de ocupados españoles.
A la vista de esta calamitosa situación, solo un sector, el de la agricultura, logra que la caída en el desempleo hubiera sido mayor. Son ya más de seis millones de parados los que ha certificado la Encuesta de Población Activa (EPA), pero al menos en el sector primario se han creado 64.000 empleos, una mejora que tampoco ha sido secundada por la actividad industrial.
Un sector que no ha sido capaz de mantener la mejoría registrada en los últimos trimestres del pasado año, y que ahora, en esta primera oleada de 2013, ha visto cómo 60.000 personas fueron despedidas. Ya son menos de 2,5 millones los que trabajan para el sector secundario.