Sobre el viejo barrio valenciano de El Cabanyal no se ha tocado nada y tardará tiempo, si es que alguna vez lo hace, en abordar su remodelación integral. Aunque desde el Ayuntamiento de Valencia han querido apuntarse un tanto, y volver a tirar las campanas al vuelo, la nueva vuelta de tuerca jurídica para desbloquear la ansiada iniciativa de prolongar hasta el mar la avenida de Blasco Ibáñez lo único que hace es que sobre el ámbito rija de nuevo la ley de 1993 de la Generalitat Valenciana que protege íntegramente el barrio e impide la destrucción de su trama urbana original y declaraba el barrio histórico como Bien de Interés Cultural (BIC).
Lo que posibilita el acuerdo alcanzado entre el Gobierno central y el Ejecutivo autónomo es que la Generalitat derogará la ley promulgada en 2000, que rebajaba la protección del barrio, como paso previo a que el Gobierno retire el recurso de anticonstitucionalidad presentado, bajo mandato de José Luis Rodríguez Zapatero.
Cuando ambas cuestiones se sustancien se abrirá un proceso de negociación para que se pueda compatibilizar la protección de un bien patrimonial con la modernización del barrio, lo que implicará que el Ayuntamiento de Valencia deberá modificar el ambicioso plan de reforma presentado en su momento.
Con la protección de 1993, el barrio marítimo goza de una protección integral que no permite el plan municipal. Otra cosa será que ese plan de prolongación de la avenida hasta la playa de la ciudad se modifique para salvar la zona protegida.
En cuestión de plazos, la Generalitat Valenciana tendrá ahora tres meses, hasta finales de febrero para derogar la ley. Aunque desde el consistorio presidido por Rita Barberá lo ven todo con excesivo optimismo y hablan incluso de que, antes, se podría retomar el proyecto, lo cierto es que las cosas no irán tan rápido.
Ayuntamiento, Generalitat y Gobierno deben emitir la solución acordada del nuevo plan especial, algo que seguramente llevará su tiempo, y a veces las cuestiones urbanísticas, con tantos protagonistas de por medio, suelen demorarse una eternidad y, en muchos casos, ni siquiera llegan a salir adelante.
A partir de aquí han vuelto a barajarse las alternativas de remodelación sobre este barrio histórico valenciana. Mantener la trama ortogonal y respetar las alturas de las casas, sí, pero también que el barrio se prolongue hasta el mar. Una solución pasaría por unir el barrio con Eugenia Viñes. Se conseguiría la misma edificación y no se derribarían las viviendas.