Madrid. En un breve comunicado, la versión digital de Cinco Días publicó una noticia de corte fantástico, titulada: Vuelos gratis para hipotecados, que no viene firmada.
En ella se hace referencia a que en el caso de deudores hipotecarios de origen hispanoamericano, el banco acreedor al encontrase con el deudor “huido”, de vuelta a su país de origen, tiene dificultades para resolver la hipoteca y adjudicarse el bien inmueble. Por ello, según leemos en la noticia señalada, invita a sus deudores lejanos a volver para arreglar el tema ofreciendo el coste del billete de avión.
Y esto me ha recordado la siguiente historia.
Cuando ya en sus principios la crisis empezó a hacer estragos, muchos ciudadanos de Perú, Ecuador, Bolivia, etc., empezaron a ser despedidos del trabajo que tenían en España y a no encontrar uno nuevo. Y si a esto sumamos la soledad del emigrante y su carencia en general del apoyo familiar con el que se suele contar en el lugar de origen, es fácil de entender que todo ello los condujo a una vuelta a sus lugares patrios. Incluso desde el Gobierno español se facilitó entonces la salida ordenada de un cierto número de emigrantes (incluidas diversas ayudas entre las que se encontraban los billetes gratis de avión para volver a sus países.) Pero como esos emigrantes eran gente seria y responsable consideraron que antes de irse, había que resolver su problema con el banco.
Ellos, en su ingenuidad inicial, pensaban que entregando la vivienda, un bien de mayor valor que su deuda, al fin y al cabo así constaba en sus escrituras de compraventa e hipoteca que habían firmado algún tiempo antes con el banco-, bastaría para cancelar su compromiso. Pero no sabían que en este extraño país cuyos poderes públicos padecemos, el que tiene una deuda está obligado al pago de la misma con todos sus bienes presentes y futuros e incluso que esa obligación puede traspasar los límites de la muerte física del deudor pues sus herederos pueden quedar obligados al pago de esa deuda. Algo monstruoso pero que estando como está en el Código Civil español, pocos discuten. Por eso, cualquier crítica a ello sólo puede hacerse en términos de moralidad pero no –esperemos que por el momento- en términos de legalidad.
Pues bien en aquellos primeros tiempos a los que nos referimos, un inmobiliario muy perspicaz –físicamente muy parecido a Arnold Schwarzenegger – acompañaba a los “inditos” a las entrevistas con el departamento jurídico del banco. Esto solía ocurrir tras una primera visita del emigrante al banco en la que le negaban la dación en pago (y en la que le anticipaban las penas del infierno que iba a padecer de no seguir atendiendo al préstamo) y tras una segunda visita del emigrante a su embajada, donde le sugerían el encuentro con el Arnold hispano.
La tercera visita era “de cine”. El gigante y el “indito” se presentaban en el departamento jurídico del banco y solían salir –aunque no siempre- con la dación en pago en el bolsillo. ¿Cómo podía ser eso, en los casos positivos?… Si una semana antes el mismo problema había sido contestado negativamente por el banco, como es que una semana después la respuesta fuese la contraria ¿Era la presencia intimidante del gigante? ¿Había algo de amenazante en su argumentación? ¿Se trataba de un mago de la Comunicación y de la Persuasión? ¿Quizás un mentalista de primera fila?… ¿O todo eso junto?… Bien, sea como fuese, ¿cuál era la razón básica del cambio de conducta?
La argumentación pragmática:
No había nada misterioso en ello pues, simplemente, el cambio de actitud del banco se debía a la correcta asimilación por su parte, de la situación real. Algo que casi siempre es de difícil comprensión plena. El gigante sólo le contaba, con beatífica expresión, sonrisa de “Star de Hollywood” y entonación de actor principal, a su interlocutor del banco, lo que iba a ocurrir a partir de entonces si no salía de allí con la dación en pago consensuada. Y era esto; su acompañante:
a) No podía en modo alguno seguir pagando el préstamo y dejaría de hacerlo inmediatamente.
b) El emigrante, su familia y sus avalistas- se iban -ya mismo- a su país de origen.
c) Que no podría contarse con dirección, teléfono o medio alguno que posibilitase el contacto futuro con él.
d) Tampoco estimaba como probable que la Embajada del hipotecado ardiese en deseos de facilitar datos del compatriota al que su aventura en la Madre Patria había terminado por arruinarlo, más aún, habría que contar además con la posible repugnancia que el caso español de deudas eternas pudiese suscitar en las cancillerías afectadas.
e) El “arreglo” documental del problema que se iba a producir se tendría que hacer sin la colaboración del hipotecado. ¿Qué pasaría con los recibos impagados de comunidad, suministros de las compañías, las llaves, las cuotas de comunidad de propietarios, los seguros varios, etc.
f) Y otras reflexiones relacionadas, que bien cabe suponer.
La argumentación moral
Finalmente, se recurría al argumento moral, que contaba con ideas fuerza tales como: que el impago se producía por causas ajenas a la voluntad del hipotecado y que se debía a la situación de crisis extrema que le obligaba a tener que volverse a su país, a la ruina sobrevenida a una persona que había comprado la vivienda animado por el crédito fácil que se le había ofrecido, a veces, tan sólo unos meses antes… y otras más que se relacionaban con la “injusticia” de una situación en la que el hipotecado no había hecho nada más que trabajar mucho, durante muchas horas … y creer en el sueño de una nueva patria que le iba a redimir de su mala condición anterior.
El resultado
Según me cuentan, esta doble argumentación funcionó en muchos casos. No creo yo que el argumento moral sirviese mucho más que para que el gigante se adornase con ello, pero el caso es que muchas daciones en pago iniciales las resolvió con este insólito procedimiento.
¿Pero y las que no se lograron o intentaron? Pues formarán parte de los adjudicados bancarios que ha habido durante estos terribles años de crisis, suponía yo, hasta que esta mañana he leído la noticia que hemos comentado y que le animo a releer.
Una de sus conclusiones más evidentes es que: ahora hay billetes gratis para aquellos que se fueron tras ser rechazada su oferta inicial de dación en pago. Ahora se ofrece aquello que antes se despreció como solución.
No hay duda, a Damasco se llega también, por muchos otros caminos.
Mi resumen
Para que no quepa duda de mi opinión: ¡Ojalá les salga bien a aquellos bancos que ahora lo estén intentando y cierren esos problemas con las daciones que ahora buscan! … Pero algo parece también real: como mínimo, los que ahora están intentando esta solución, lo están hacie
ndo más tarde y con más coste del que habrían tenido que asumir si hubiesen estimado mejor la situación del problema al inicio de la crisis.
Miguel Villarroya Martín
mvillarroya@inmodiario.com
Notas:
Utilizo la palabra “indito” con el máximo cariño, a mi me gusta la gente y la cultura del altiplano sudamericano. Y es más, a lo mejor me voy a vivir por allí, entre ellos, quizás entonces a mí también me den billetes gratis.
La “realpolitik” es un concepto que deberían asimilar Banca y Gobierno en relación con las daciones en pago. Si no, se tendrán que volver a recorrer muchos pasos que podrían haberse ahorrado.