La responsabilidad social empresarial, cada vez gana mayor aceptación a nivel corporativo y de mercado; cambiando la dinámica y la manera en que se llevan a cabo las operaciones diarias. La clave: Negocios rentables que beneficien a la comunidad.
Por supuesto, las afamadas siglas RSC, también son de aplicación al sector inmobiliario. Ser percibidos como una empresa que ayuda a los demás o que aporta beneficios para un futuro más sostenible ¡vende! Y mucho. Puede que de forma directa, no, pero estoy seguro que los futuros inversores o compradores prefieren trabajar con inmobiliarias socialmente responsables a otras, que no son tanto.
Y no estoy hablando de aparentar, hay que involucrarse para recoger esos «frutos» en un futuro cercano. El aparentar, en el fondo, es engañar a quien te da de comer el próximo año. Cuesta mucho tiempo trabajar la reputación de una marca y, unas horas, el que seas el más odiado del país por no hacer las cosas coherentemente.
En los últimos años la responsabilidad social ha tomado gran relevancia en todos los sectores; desde los gobiernos, las políticas o las relaciones que las organizaciones entablan con empleados, accionistas, medio ambiente, clientes y población en general; generando amplios beneficios en materia reputacional, es decir, marca, de atracción a inversionistas, rentabilidad, etc.
Algunos frentes de inversión en dicha materia que podemos empezar a plantearnos: Mantenimiento de las condiciones básicas: cumplir con las normas laborales y prácticas ambientales aceptadas, a la luz de los estándares exigidos por consumidores, gobiernos e incluso activistas. Procesos responsables: invertir en tecnología limpia, usar empaques ecológicos, enfocarse en productos verdes y reducir su huella de carbono. Comunicación coherente: invertir en campañas de sensibilización orientadas a influir en los clientes y educarlos; además de mantener informados a los consumidores de las acciones, prácticas, creencias y normas de la compañía; pedir sus opiniones, retroalimentación y participación. El medio ambiente importa: reducir la huella de carbono para ayudar a proteger el ambiente, a través de la inversión en energía verde; además de incluir en la cadena de suministro insumos verdes o de menor impacto ambiental. Pobreza: la pobreza ha sido un tema a resolver en toda la historia de la humanidad; siendo los empleos una de las herramientas para combatirla.
Muchas empresas alrededor del mundo generan opciones de trabajo e invierten en infraestructuras locales, así como en educación y salud de los residentes y las comunidades, aledañas a los procesos productivos, como una alternativa de generación de ingresos y de apoyo a la dinamización de la economía. Educación: Incluso en países desarrollados, los programas educativos son una buena alternativa para desarrollar capacidades y aprovechar las oportunidades de la economía del futuro.
En este sentido, algunas corporaciones trabajan para mejorar la educación, otorgando ayuda financiera a instituciones educativas del mundo; promoviendo la formación en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, así como el mejoramiento en las habilidades de los estudiantes, sus aptitudes en creatividad, colaboración, resolución de conflictos y espíritu empresarial. Cultivar la responsabilidad social es un proceso continuo, constante y elemento vital en la estrategia corporativa, de inversión y la cultura organizacional; constituyéndose en un factor de éxito y elemento reputacional importante ante colaboradores y grupos externos de interés. Mientras más se alinee el programa de responsabilidad social inmobiliaria, mayor será el impulso a las comunidades. Una inversión inteligente para la sociedad, la imagen organizacional, la rentabilidad e incluso la continuidad del negocio.