Madrid. Uno de esos grandes agujeros negros de las entidades financieras españolas, todavía no sacado a la luz con toda su crudeza –hoy Bankia va a empezar a clarificar el asunto con esos 15.000 millones de ayudas públicas que va a pedir al Estado–, es el de esas deudas que las inmobiliarias están siendo incapaces de pagar. Deudas que, en esta locura en la que andamos metidos, provoca que aumente día a día. Más gastos financieros que ingresos, con unas cifras de negocio que resultan patéticas.
Un repaso a la situación actual de las inmobiliarias cotizadas sirve para comprobar cómo cuatro años después del estallido de la burbuja inmobiliaria, la deuda sigue siendo altísima, de 27.000 millones. Solo reducida mínimamente en este periodo por las operaciones de dación de activos, no por la actividad inmobiliaria generadas por las empresas.
No hay que ser muy avispado para comprobar cómo con esas cifras de negocios no se puede salir adelante. Lo hacen a duras penas paliando la situación, la que puede, con los réditos que proporcionan las rentas patrimoniales. Las que no cuentan con este recurso, bien porque nunca lo han tenido, como Vallehermoso, o porque se han visto obligadas a vender a las propias entidades financieras, es el caso de Reyal Urbis, se encuentran en una situación ciertamente apurada, por decirlo suavemente.
Otras como Quabit se ha desmarcado con unos ingresos superiores a los 300 millones. Puro artificio contable derivado de los acuerdos de refinanciación. Cuando los bancos dejen de comprar los activos, el panorama de la empresa presidida por Félix Abánades será el mismo. Desolador.
Vayamos a la letra pequeña de los ingresos obtenidos para sustentar esta situación inasumible. Vallehermoso, la filial inmobiliaria del Grupo Sacyr, solo pudo facturar apenas 17 millones por venta de 53 viviendas, un 61,4% menos que en un el mismo periodo de 2011. La liquidación de Reyal Urbis por este concepto fue de algo más de cinco millones, la mitad del coste soportado en su promoción. Y qué decir de Realia. Quince viviendas entregadas por las que contabilizó algo menos de tres millones de euros, con 600.000 euros de margen.