El Ayuntamiento de Barcelona ha iniciado los trámites para reformar la masía Can Miralletes, situada en el barrio del Camp de l’Arpa del Clot y construida en el siglo XVIII. Los trabajos a realizar permitirán reforzar la estructura del edificio para adecuarla a la actual normativa urbanística. Una vez restaurada servirá de ludoteca en el distrito de San Martín.
Las entidades vecinales han decidido, de manera participativa, el nuevo uso del edificio, que pasará a incorporarse a la red de equipamientos para niños del barrio. Según el concejal, Josep Maria Montaner, convertir el espacio en ludoteca es muy adecuado. «En el barrio faltan espacios públicos y además la ubicación es estratégica, ya que la masía se encuentra en un parque, junto a una escuela y un instituto», ha recordado.
Un estudio reciente, encargado por el distrito de San Martín a una consultora de ingeniería, indica que hay que actuar en las jácenas y viguetas del edificio porque presentan un cierto grado de riesgo. También se recomienda intervenir para adaptar la masía a la normativa actual. El proyecto de rehabilitación se ejecutará a lo largo del 2018.
La masía Can Miralletes se encuentra entre las calles Sant Antoni Maria Claret, Conca e Indústria, en el interior de los jardines con el mismo nombre. El edificio se conserva prácticamente intacto desde 1736, año de su construcción.
Consta de una superficie de 290 metros cuadrados y conserva las cuatro paredes exteriores de piedra, las interiores, las vigas, puertas y ventanas de madera y una escalera interior que llega a la primera planta construida con volta catalana.
Montaner ha insistido en su valor patrimonial. «Es la única masía que queda en el tejido del Eixample. Los viajeros la utilizaban como fonda cuando salían de Barcelona», ha explicado. En los años setenta estuvo a punto de ser derribada, pero el movimiento vecinal la salvó.
Can Miralletes, cuyo nombre proviene del apellido de uno de sus propietarios, Pere Miralletes, tuvo en sus mejores años de producción ganado de todo tipo y una importante extensión de cultivos. Además, sus dueños tenían por costumbre dar desayuno a los portadores que iban de Horta al puerto de Barcelona.