Pasan los días, las semanas y los meses, y el tiempo se agota para que el BBVA y San José -su socio en la prolongación de la Castellana, el ahora denominado Distrito Castellana Norte (DCN) en Madrid- descarten definitivamente acometer el proyecto. Lo harán si el Ayuntamiento de Madrid no lo aprueba antes del 31 de diciembre de 2016.
Y la verdad, la incertidumbre política no augura que esa aprobación vaya a producirse, toda vez que el Ayuntamiento de Madrid ha reiterado en varias ocasiones que no tomará decisión alguna hasta ver qué piensa del tema el nuevo Gobierno que se forme tras las últimas elecciones generales.
Mientras, un día sí y otro también, las noticias filtradas por los promotores llegan a los medios contando las bondades del proyecto y lo perjudicial que resultaría no acometerlo. Entre esas filtraciones, la de que los vecinos y comerciantes de los barrios colindantes andan como locos porque la actuación se lleve a término.
Pues bien. Ni siquiera en este sentido parece que exista unanimidad, Ni mucho menos. La gran mayoría de las asociaciones vecinales de los distritos de Fuencarral-El Pardo y Chamartín, constituidas en la Plataforma de Asociaciones y Entidades Ciudadanas de la Zona Norte, acaban de hacer público un manifiesto en el que rechazan de manera tajante el actual proyecto de prolongación de la Castellana.
Una operación inmobiliaria que se está impulsando sin pensar primero en la ciudad y sin hacer una revisión en profundidad de las propuestas del Plan General de Ordenación Urbana, aseguran.
Las entidades sociales recuerdan que en la capital existen más de 1,7 millones de metros cuadrados de oficinas vacías y más de 250.000 viviendas en la misma situación, por lo que, entienden, no es necesario construir más.
Y hacen hincapié en el hecho de que los barrios del entorno tienen necesidades de regeneración que no tienen nada que ver con la construcción de torres de oficinas o viviendas.
Además, alertan de algunas de las consecuencias negativas que puede provocar la ejecución del proyecto, como el aislamiento de los barrios actuales ante una muralla de torres, con un aumento sustancial de los niveles de contaminación y de los problemas de movilidad.
Frente a la opinión de DCN, que ha asegurado que su proyecto resolverá una cuestión que se traduce a diario en importantes atascos, el movimiento vecinal sostiene que la congestión de tráfico en los Nudos Norte, Manoteras y Fuencarral, no solo no mejoraría, sino que empeoraría sustancialmente.