Madrid. Insisten los promotores inmobiliarios. Lo llevan haciendo cinco años. Han presentado mil y un proyectos al anterior Gobierno, y también a éste, para acabar con la crisis del mercado inmobiliario. Ni antes ni ahora les han hecho el menor caso, y todas sus propuestas han caído en saco roto, sin que nadie les prestara el más mínimo interés.
En los últimos meses, antes de que se constituyera la Sareb, venían intentando hacerse oír para que su experiencia en el sector fuera tenida en cuenta en la gestión de la nueva sociedad. Ni caso. Y, ahora, ya con esa sociedad en marcha y con los activos traspasados, vuelven a la carga.
Y lo han hecho remitiendo al Gobierno el enésimo documento. En esta ocasión, dejando claro, a su juicio, que la la estructura de la Sareb es insuficiente, lo que junto a su carácter meramente financiero, “requiere de la participación del sector para paquetizar, ordenar y gestionar los activos, evitar que pierdan valor y, en la medida de lo posible, que lo ganen”.
Como no va a contar con los suficientes recursos para acelerar esa gestión, entienden los promotores, por boca de su presidente José Manuel Galindo, que “tiene que rodearse de actores que cuesten poco dinero y añadan”. ¿Quiénes? Evidentemente, ellos. Y ¿cómo? Pues, por ejemplo, en el caso de los suelos, no es posible, en la mayoría de los casos, su desarrollo inmediato, pero sí es posible incrementar su valor sin excesivos gastos a través del avance en la tramitación urbanístico, de forma que, cuando sea posible su acometida no se pierda ni un minuto. En definitiva, dejar el trabajo de planificación prácticamente terminado, a falta tan solo de la obtención de las licencias para iniciar las obras.
La “quiebra de la interlocución” con la que se han encontrado los promotores una vez transferidos los activos de la banca nacionalizada a la Sareb es otro asunto que preocupa en los profesionales del sector inmobiliario. Aspecto que consideran podría paliarse con acuerdos con promotores para comercializar activos repartiendo los beneficios con el Sareb. Así, un promotor podría conseguir para la Sareb operaciones de venta por un valor superior al adjudicado, margen que podría repartirse entre ambas partes a través de quitas o créditos participativos.