Barcelona. El continuo trasiego de rotación de locales comerciales en el barcelonés paseo de Gracia está convirtiendo a esta arteria comercial en un espacio acotado solo para las marcas más pudientes y con más respaldo financiero.
El último movimiento deja bien a las claras la intención de estas grandes cadenas multinacionales. La firma de joyería de Cartier ha aprovechado la salida de Louis Vuitton del local ubicado en el número 82 para hacer valer el precontrato que había suscrito cuando supo de las intenciones de LVMH de buscar otro emplazamiento. No se ha ido muy lejos. Justo al lado, en el número 80, montará su nuevo ‘buque insignia’ en la antigua sede de Ibercaja en la Ciudad Condal.
Y es que el paseo de Gracia se ha convertido en una de las calles más prestigiosas del mundo, y las firmas están dispuestas a esperar hasta tres o cuatro años para poder abrir un local en ese tramo que va desde plaza Cataluña hasta los jardines de Gracia.
El auge de este trasiego no ha pasado desapercibido para Pontegadea, el brazo inversor de Amancio Ortega, fundador y presidente de Inditex, que hace dos meses no dudó en pagar 80 millones de euros el céntrico edificio que alberga la tienda de Apple en la plaza de Cataluña de Barcelona, la tienda más grande del sur de Europa abierta por la ‘enseña de la manzana mordida’ el pasado mes de julio.
Unos llegan o cambian o siguen buscando, como Hermenegildo Zegna, Prada, Hoss Intropia, Stella McCartney o Dior y otros, en cambio, se ven obligados a cerrar ante esos precios estratosféricos de 200 euros que se han llegado a pagar por el metro cuadrado/mes. Entre los que se van a otras calles próximas, como Provença, se encuentra Roberto Verino o Purificación García.
La crisis también ha provocado que algunas firmas se hayan echado atrás en sus iniciales pretensiones, como le ha ocurrido a Agent Provocateur (que iba a quedarse con el local de Bimba y Lola) o Abercrombie & Fitch, que pensaba hacer lo propio con la sede de la aseguradora Generali.
Entre las razones de este auge, similar al que se vivió hace tres lustros cuando las grandes entidades financieros y comercios históricos copaban los espacios, está el auge de acaudalados visitantes rusos, brasileños, chinos y árabes que allá donde llegan quieren tener a su disposición la posibilidad de comprar en estas tiendas de lujo.