Madrid. La inversión inmobiliaria en las nueve principales ciudades europeas durante el primer semestre de 2012 se incrementó un 11%, después de acumular 42.800 millones de euros durante el segundo trimestre. Son datos del informe elaborado por la consultora inmobiliaria BNP Paribas Real Estate.
La situación, no obstante, difirió de forma acentuada entre los distintos mercados. Así, por ejemplo, París y Londres continuaron beneficiándose de destacados crecimientos del volumen de inversión ―del 38% y el 32%, respectivamente― gracias al cierre de grandes operaciones sobre activos ‘trofeo’. Munich, por su parte, dobló el volumen de inversión acumulado, aunque éste cayó en las otras tres ciudades alemanas ―Berlín, Frankfurt y Hamburgo― como consecuencia de una oferta inadecuada. Madrid y Milán permanecieron prácticamente paralizadas; con tan escasas transacciones que durante los primeros seis meses de 2012 el volumen de inversión descendió en picado ―un 70% y un 85%, respectivamente―.
Las rentabilidades prime para activos terciarios se mantuvieron estables en un nivel bajo, sostenidas por un apetito que no desfallece hacia los activos prime. Sólo en Milán las rentabilidades prime de oficinas se movieron 10 puntos entre el primero y el segundo trimestre de 2012. Los activos de retail, pese a la fortaleza de la demanda, se resintieron por la escasa oferta, y su participación en el volumen total de inversión inmobiliaria en activos terciarios continuó disminuyendo en favor de las oficinas.
Pese al buen comportamiento del mercado de inversión durante el primer semestre de 2012, se espera un descenso general cuando finalice el ejercicio. Aunque persiste el interés por el mercado inmobiliario, el deterioro del mercado de alquiler, el descenso del crecimiento económico así como la crisis de la deuda soberana, aún sin solución, animan a los inversores a adoptar posiciones cautas.
Pese a la estabilización del primer trimestre de 2012, el entorno económico de la zona euro se deterioró drásticamente durante el segundo, con una contracción previsible del PIB arrastrado por la debilidad de la demanda interna. Otros indicadores adelantados han caído hasta mínimos históricos no vistos desde octubre de 2009. El gasto en consumo se está viendo frenado por las medidas de consolidación fiscal y la reducción del empleo al tiempo que la inversión se debilita por la incertidumbre económica y las dificultades de financiación.