Madrid, Mira que le están dando vueltas a lo de la sociedad de gestión de activos, el banco malo para entendernos. Tanto que el asunto empieza ya a hartar ante tantas elucubraciones que se están haciendo. El primero, el propio ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, que con sus declaraciones intenta contentar a todos y, al final, lo único que hace, es no contentar a nadie.
Una cuadratura del círculo en la que, por un lado, no se cansa de decir que el coste de esta sociedad será nulo para la ciudadanía –¿alguien se lo cree?– y que, a su vez, hay que buscar la fórmula para que la consecuencias no sean demasiado lesivas para las entidades financieras. Está claro que algo no cuadra. En fin, veremos.
Se supone que mañana miércoles, será el propio De Guindos el que informe en el Congreso de los Diputados de los pormenores de la sociedad y ponga encima de la mesa las cuestiones claves del asunto. A saber, qué activos se van a traspasar y a qué precio. A partir de ahí, podremos empezar a vislumbrar lo que puede suceder en el futuro.
Lo único que se sabe a ciencia cierta es que la nueva agencia estatal encargada de gestionar los créditos y otros activos inmobiliarios problemáticos, que deberán traspasar las entidades nacionalizadas o que hayan recibido ayudas públicas, no afectará al total de los 184.000 millones de activos, porque parte de ellos están en manos del resto de las entidades, las supuestamente sanas de polvo y paja.
Pero ¿qué activos y a qué precio? El valor debe de ser lo suficientemente bajo para que cuando se produzca su futura venta no genere pérdidas para los contribuyentes, pero tampoco tanto como para venderlos a un precio de mercado actual que, en muchos casos, ni siquiera existe por falta de demanda. Si el descuento supera el 60% las dificultades se acentuarán en las instituciones con negocio volcado en España y carteras inmobiliarias muy devaluadas con miles de millones de metros cuadrados sin ninguna salida.