Madrid. Lo de que la hipoteca es lo último que una familia deja de pagar es otra de esas premisas que manejan las entidades financieras para contar con tener prácticamente asegurados cada mes el ingreso correspondiente a los vencimientos de las cuotas. Hasta que se deja de pagar porque no hay con qué.
Los últimos datos sobre créditos dudosos vienen a poner sobre la mesa la cruda realidad de la crisis económica con esos más de 22.000 millones de euros que las familias han dejado de pagar del crédito que en su día obtuvieron para la compra de sus viviendas.
De momento, esa morosidad, comparada con las de otros sectores de la producción, sigue estando controlada, y equivale al 3,6% del total de los casi 611.000 millones concedidos por las entidades financieras para la compra de vivienda, pero el aumento progresivo sostenido que se viene registrando desde hace dos años hace prever que al cierre del presente ejercicio se sitúe ya en el 4%.
Serán entonces unos 25.000 millones los que se habrán dejado de pagar, quintuplicando los apenas 4.500 millones de morosidad existente al principio de la crisis, en diciembre de 2007, equivalentes a una morosidad hipotecaria del 0,75%.
Y lo que es peor, no hay nada que haga pensar que se pueda frenar esta evolución ante el aumento de las familias con menos recursos, al quedarse en el paro uno o varios de sus integrantes. Todo lo contrario.
No hay un día sin que decenas de empresas acometan despidos de personal, ya sea por la renovación de los contratos o a través de expedientes de regulación de empleo. Para estos despedidos, el cobro del desempleo durante un tiempo asegura el pago de la hipoteca. Una situación temporal que se acaba una vez agotado el derecho al cobro de la prestación.
Solo para aquellos que firmaron el préstamo hace años con diferenciales por debajo del punto porcentual y sin cláusula de suelo, el futuro, mal que bien, no lo ven tan negro. El problema es para esos otros que ni siquiera con un Euríbor en mínimos históricos pueden hoy hacer frente a los pagos, bien por diferenciales abusivos o por esos cláusulas que impiden beneficiarse de la bajada de tipos.
