Desde el pasado 30 de julio, los malagueños ya tienen su red de Metro. La concesionaria de la infraestructura, Metro Málaga, ya ha cumplido con lo acordado, realizar la obra, comprar los trenes y poner en marcha el servicio. Ahora llega el momento de cobrar. Son casi 240 millones los que debe recibir entre 2014 y 2017 por el coste de la explotación. Y, a partir de 2018, un canon anual de 70 millones.
Total, unos 2.000 millones hasta que finalice la concesión. Un precio que ha aumentado sobre el inicialmente previsto por el retraso acumulado en la inauguración y la consiguiente pérdida de viajeros. El coste de la obra se ha duplicado, de 400 a 800 millones de euros. Habrá que ver, a partir de ahora, qué porcentajes de estos costes asumen tanto la Junta de Andalucía como el Ayuntamiento de Málaga.
Inicialmente, el convenio firmado en 2003 dejaba claramente especificado que la Junta acarrearía con el 75% del coste, en tanto que el consistorio malagueño pagaría el 25% restante. Pero, tras el incremento de costes y, sobre todo, la indefinición del acuerdo que hace un año desbloqueó el proyecto, han dado alas al Ayuntamiento para intentar rebajar su aportación.
En el Ayuntamiento de Málaga no ven, lógicamente, con malos ojos las cifras que se manejaban en 2003, unos seis millones de euros de participación municipal, pero claro, eso significaría que el aporte del Gobierno autónomo supondría un coste difícil de asumir.
Habrá que ver en qué acaba el tema. Hay un antecedente, el del metro de Sevilla, en el que la Junta de Andalucía se vio obligada a asumir los 50 millones de euros anuales que cuesta su explotación. La razón, que los Ayuntamientos se negaron a pagar lo que les correspondía y recurrieron ante los tribunales.
El metro de Málaga ha recibido una buena respuesta por parte de los usuarios. Al margen de los 50.000 viajeros que subieron gratis el primer día, a partir del 31 de julio, ya abonando el precio del billete, una media de 17.000 viajeros al día está utilizando el nuevo servicio. Más o menos en línea con las previsiones que se habían barajado.