El empresario Fernando Fernández Tapias ha visto cómo uno de sus proyectos inmobiliarios se ha saldado con un sonoro fracaso. Ahí está la parcela de Juan Bravo, donde se iban a construir los pisos más caros de Madrid. Sin pisos y sin nada. Solo cuantiosas deudas que han estado a punto de que Banif, la entidad financiera de la promoción, procediera a subastar el activo. Había hasta fecha para hacerlo, el pasado 15 de julio, pero la declaración de concurso de Inmobiliaria Juan Bravo 3 lo evitó.
Es lo que pasa con las inversiones de riesgo. Si salen bien, te forras, pero si salen mal, como es el caso, las consecuencias son terribles. En diciembre de 2006 pensó el conocido empresario gallego que vender 60 pisos en el exclusivo barrio de Salamanca de Madrid, y hacerlo por un precio cercano a los 3 millones de euros cada uno sería pan comido.
Así, y animado por la familia Ortiz –su socio y casero–, no dudó en meterse hasta el cuello en el proyecto. Un negocio redondo, con beneficios millonarios de dos dígitos a repartir, a partes iguales, con la familia Ortiz, propietaria de la inmobiliaria Eurosazor.
Pero todo se ha ido al traste. Se endeudaron hasta las cejas para comprar sendos edificios a Repsol y Mutua Madrileña, por más de 130 millones de euros, minutos antes, como aquel que dice, de que estallara la burbuja inmobiliaria. Y las cosas empezaron a torcerse. Banif, la filial del Grupo Santander, había respaldado a Fernández Tapias con un aval personal de 23,5 millones de euros.
Para el proyecto inmobiliario de lujo en el barrio de Salamanca no se iban a escatimar medios. De hecho, entre 2007 y 2011, el último ejercicio con cuentas presentas, la sociedad promotora, con un único empleado, perdió más de 1,5 millones de euros en los gastos previos. Demolición de edificios, redacción del proyecto, un arquitecto de postín, como Rafael de la Hoz, interioristas de renombre como Tomás Alía y Pascua Ortega, y un proyecto de condominio al que no le iba a faltar detalle para cumplir con las exigencias de esos clientes que están dispuestos a pagar 3 millones de euros por un piso de 150 metros cuadrados.