La favorable regulación fiscal de las sociedades cotizadas de inversión en el mercado inmobiliario, las nuevas Socimi, que el Gobierno aprobó a finales del pasado año, todavía no ha logrado convertirse en el nuevo vehículo a través del que las principales fortunas españolas y los fondos extranjeros canalicen la gestión de sus activos inmobiliarios.
La desaparición del límite de la financiación ajena, que puede provocar un exceso de endeudamiento para la nueva sociedad, la posible falta de confianza de los inversores por la situación inmobiliaria actual y por el fracaso que tuvo la primera apuesta similar, la de los REIT, y la incertidumbre sobre la acogida que estas nuevas sociedades puedan tener en el Mercado Alternativa Bancario (MAB) son algunas de las razones por las que ese trasvase, desde las Sicav a las Socimi, se está produciendo con más retraso del esperado.
En el fondo, se duda de la capacidad de estas sociedades de dar una rentabilidad atractiva, ya que a las rentas obtenidas hay que restar los costes asociados a la gestión de la vivienda, los impuestos o la inflación.
Mientras tanto, las Sicav siguen siendo para la mayoría de las grandes fortunas españolas el canal para tratar de sacar el máximo provecho a su patrimonio, diversificado en renta fija, variable e inversiones inmobiliarias.
De hecho, el año 2013 está representado un auténtico resurgir de las Sicav en España. Se han creado ya cerca de ochenta en respuesta a la necesidad de repatriar el dinero que una legión de grandes fortunas nacionales tiene fuera de nuestras frontera tras la amnistía fiscal decretada el año pasado por el Gobierno.
Según datos de la patronal de los fondos Inverco, estas sociedades contaban con más de 400.000 inversores y sumaban un patrimonio gestionado de más de 25.029 millones de euros al cierre del primer semestre, un 5% más que un año antes, según los datos de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Algunos, como Amancio Ortega, presidente y fundador del Grupo Inditex, escaldado por algunas operaciones, optó por liquidar hace tres años las suyas (Keblar, Alazán y Gramela) para depositar todos sus intereses en la patrimonial Pontegadea que, a la vista de los últimos resultados, va viento en popa, con esos 191 millones de ingresos obtenidos en 2012.
Otros, en cambio, permanecen en estas sociedades e, incluso se adentran de nuevas en este tipo de sociedades de inversión de capital variable. Es el caso de Gabriel Escarrer, vicepresidente y consejero delegado del grupo hotelero Meliá, que piensa invertir su fortuna a través de la recién registrada Illenca Living de Inversiones.
Entre los grandes inversores que prefieren mantener las Sicav se encuentran Alicia Koplowitz o la recientemente fallecida Rosalía Mera (su hija deberá ahora decidir qué hace), y no les ha ido mal, con beneficios superiores al 8% en 2012. Otros, tras el cambio normativo sobre las Sicav de noviembre de 2010, que suprime la ventaja fiscal que les permitía reducir su capital sin tener que pagar a Hacienda, han mantenido la posición un tanto a regañadientes.
La información pública que cada trimestre ofrecen las Sicav sirve de referencia para conocer la evolución de estos vehículos de inversión. Entre ellas, las del conocido inversor Ram Bahvnani. Aunque su fuerte es la inversión financiera, comprando toda la renta fija que puede, ya sea pública o emitida por empresas privadas, el inversor de origen hindú afincado en Tenerife desde hace medio siglo tampoco le hace ascos al inmobiliario. Un sector que le ha dado no pocos quebraderos de cabeza con cada vez más inquilinos que no pagan el alquiler de sus pisos y locales, principalmente localizados en Tenerife, pero que también cuenta con oportunidades de negocio.
Así lo vio el pasado mes de abril cuando no dudó en pagar 42 millones para comprar la sede del Deutsche Bank en pleno paseo de la Castellana 18. Un precio que para algunos resultó excesivo en los tiempos que corren, pero que supone ingresar de manera segura cerca de dos millones de euros de renta anual, la que pagará la propia entidad alemana durante los próximos 20 años.