Las prospecciones de hidrocarburos en las costas españolas han levantado las iras de las poblaciones donde estos estudios se están realizando. Son ya diez las que están activas, otras treinta más se han autorizado y cada semana se solicitan más. El debate está servido y la polémica también, con administraciones autonómicas y locales quejándose, en mayor o menor medida, junto a los grupos ecologistas.
La gran mayoría de esos permisos y solicitudes coinciden con zonas de alta producción biológica y biodiversidad, que ofrecen cobijo y alimento para muchas especies marinas. En algunos casos coinciden además con áreas de migración de especies en peligro de extinción, como es el caso de las tortugas marinas en el Estrecho de Gibraltar y Canarias, y, en el caso del Golfo de Valencia, el 75% del área de prospecciones coincide con un corredor de cetáceos, que se va a declarar Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo, bajo la normativa del Convenio de Barcelona de protección del Mar Mediterráneo.
Las prospecciones de hidrocarburos en el mar consisten en técnicas que producen detonaciones de ondas acústicas de alta intensidad (hasta 265 dB), a través del uso de cañones de aire comprimido, que se pueden detectar a varios kilómetros de su fuente. Estas ondas acústicas perturban el equilibrio del medio marino ya que el sonido es el principal sentido de orientación y percepción espacial para casi todas las especies que lo habitan. Son explosiones equivalentes a entre 30 y 100 kilos de cargas de dinamita.
La contaminación acústica puede causar la muerte a las especies marinas que se encuentren cerca del cañón, provocar lesiones físicas internas a distancias de varios metros hasta kilómetros y cambios en el comportamiento de cetáceos, tortugas marinas, peces y cefalópodos a distancias de decenas de kilómetros. En áreas próximas a prospecciones sísmicas se ha comprobado una reducción casi inmediata en las capturas de hasta el 70% debido a que muchos de los peces se alejan de la zona.
Parece evidente, pues, la necesidad de establecer una legislación actualizada y completa sobre la investigación y explotación de hidrocarburos en el medio marino, ya que actualmente los requisitos ambientales para esta industria vienen determinados por leyes generales sin que se den condicionantes ambientales particulares para esta actividad.
La apuesta y desarrollo de las plataformas de hidrocarburos en el mar responde a una acción de último recurso por mantener un sistema con gran impacto ambiental y finito. Las cantidades de petróleo que se pueden extraer son ridículas con respecto al consumo diario actual.