Zaragoza. “Estoy convencida de que podemos trabajar para que el agua forme parte de las soluciones y para que no se convierta en un motivo de enfrentamiento social o partidista. Y sólo es posible encontrar soluciones a los problemas desde el diálogo, el reconocimiento, el acuerdo social y la cooperación”. Toda una declaración de buena voluntad la manifestada por la consejera de Presidencia del Gobierno de Aragón, Eva Almunia, durante la clausura de las “Jornadas de Gestión Sostenible en las Ciudades: la implicación de las partes interesadas para un cambio y una acción eficaces”, celebradas en Zaragoza.
Acompañada del alcalde de la capital aragonesa, Juan Alberto Belloch, Almunia ha afirmado que “el agua es un bien social, económico y público; limitado aunque renovable“, para, a renglón seguido, defender su distribución a partir de criterios de equidad y de viabilidad social, económica y ambiental. La consejera ha recordado que “en Aragón sabemos que la adecuada gestión de los recursos hídricos, el control de los consumos, el respeto de la calidad de las aguas, y el cuidado de la calidad de los ecosistemas fluviales, son necesidades del presente y un compromiso con nuestro futuro”.
En este punto, la consejera de Presidencia no quiso dejar de evocar la histórica lucha de los aragoneses contra el trasvase del Ebro. “Fuimos pioneros en oponernos a políticas de trasvases que plantean conflictos irresolubles entre comunidades cedentes y receptoras porque son socialmente injustas, generan una inversión económica inviable y son ambientalmente insostenibles”, apuntó.
Seguidamente, una reflexión personal le sirvió para señalar que “debemos ser conscientes de que en cuestiones como el agua es necesario un compromiso con el presente, pero, sobre todo, un compromiso ético con el futuro”. También aprovechó la ocasión para indicar que la celebración en Zaragoza de la Exposición Internacional de 2008 no fue una casualidad, ni es casual que “esta ciudad sea la sede de la Oficina de las Naciones Unidas para la Década del Agua”, pues Zaragoza es ejemplo de ciudad ahorradora de agua. “La capital de Aragón consume hoy un 45% menos que hace 30 años, pese a que en dicho periodo su población ha crecido un 25%”, dijo.