jueves, 11 septiembre 2025
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Ciudades, calor extremo y vivienda: el reto urbano que ya no espera

Las olas de calor en España han dejado de ser episodios excepcionales para convertirse en una amenaza estructural. En ciudades como Madrid, se han alcanzado cifras dramáticas: 108 muertes en solo diez días del mes de julio, la mayoría atribuibles al cambio climático. Esta situación ha puesto en evidencia las debilidades del entorno construido y la necesidad urgente de reforzar la infraestructura climática urbana con soluciones localizadas que reduzcan el estrés térmico y protejan la salud pública.

Al mismo tiempo, el marco legal actual no contempla de forma específica los efectos del cambio climático en la vivienda. En pleno verano extremo, aumentan las dudas sobre la climatización en el alquiler: ni el aire acondicionado ni el buen aislamiento son exigibles por ley, salvo que estén recogidos por contrato. Esta brecha normativa, como recoge el análisis sobre climatización en viviendas arrendadas, deja a miles de inquilinos expuestos a condiciones de habitabilidad cada vez más vulnerables.

En paralelo, la industria de la construcción vive un momento de expansión, con casi 1,5 millones de personas ocupadas y un fuerte impulso en licitación y obra nueva. Pero el reto ahora no es solo construir más, sino construir mejor. Como destaca el informe reciente del sector, la construcción en España debe responder a esta nueva realidad climática con soluciones que integren sostenibilidad, adaptación y bienestar térmico como estándares básicos del desarrollo urbano.

Infraestructura climática urbana: la ciudad frente al calor extremo

La intensidad y frecuencia de las olas de calor han convertido el clima en un factor crítico de salud pública urbana. Durante la primera gran ola térmica del verano de 2025, Madrid registró 108 muertes en apenas diez días, 98 de ellas directamente vinculadas al cambio climático. Estas cifras han evidenciado que muchas ciudades españolas no están preparadas para resistir el aumento sostenido de las temperaturas.

Los entornos densamente urbanizados actúan como trampas térmicas, amplificando el efecto isla de calor. Zonas con poca vegetación, materiales oscuros y escasa ventilación pueden alcanzar hasta 8,5 °C más que espacios verdes del mismo entorno urbano. Según el estudio Urban Heat Snapshot de Arup, la clave para mitigar esta desigualdad térmica está en intervenir a escala de barrio: cubiertas blancas, vegetación en azoteas, corredores verdes y soluciones permeables que actúen como esponjas climáticas.

La infraestructura climática urbana, como concepto operativo, va más allá de la vegetación. Se trata de una red de soluciones físicas y naturales que aumentan la resiliencia térmica de las ciudades, mejoran la calidad del aire, reducen el consumo energético y refuerzan la cohesión social en los barrios más vulnerables. La renaturalización ya no es una opción estética: es una política de salud.

Tabla: Claves de la infraestructura climática urbana

IndicadorValor/Impacto estimado
Muertes por ola de calor en Madrid108 en 10 días (julio 2025)
Diferencia térmica en ciudadHasta +8,5 °C entre barrios
Efecto cubiertas blancasHasta 90 % de radiación solar reflejada
Aumento vegetal ideal (Europa)+30 % evitaría 2.600 muertes anuales
Beneficios adicionalesBiodiversidad, sombra, cohesión social

❓FAQs

¿Qué soluciones urbanas ayudan a combatir el calor extremo?
Cubiertas reflectantes, árboles, pavimentos permeables, fuentes de agua pública y corredores verdes.

¿Por qué se insiste en actuar a escala de barrio?
Porque las zonas más afectadas suelen concentrar pobreza energética, vulnerabilidad y déficit de sombra vegetal.

Vivienda en alquiler y climatización: un vacío legal ante el calor

El aumento de las temperaturas no solo pone a prueba el diseño urbano, sino también los límites del marco legal que regula el alquiler. Las consultas sobre climatización en viviendas arrendadas han crecido un 35 % en el último año, impulsadas por las olas de calor cada vez más intensas. Sin embargo, la normativa vigente no contempla el confort térmico como derecho. La Ley de Arrendamientos Urbanos obliga a garantizar la habitabilidad, pero no exige instalar sistemas de aire acondicionado, salvo que se haya pactado por contrato.

Esta situación deja a miles de inquilinos en una zona gris. Una vivienda puede superar los 40 °C en su interior y seguir siendo considerada legalmente habitable. El mal aislamiento térmico, por ejemplo, solo genera responsabilidad para el arrendador si impide el uso normal del inmueble o compromete la salud. Mientras tanto, el acceso a climatización adecuada queda en manos de la negociación individual, sin una regulación clara que contemple los efectos del cambio climático en el alquiler urbano.

El vacío normativo sobre la climatización en viviendas de alquiler pone de manifiesto la necesidad de actualizar los marcos jurídicos ante una realidad climática cambiante. En ausencia de jurisprudencia firme, lo único que protege al inquilino es la anticipación contractual. Firmar cláusulas específicas, documentar acuerdos por escrito y evitar conflictos judiciales innecesarios se ha convertido en la única vía práctica para afrontar veranos cada vez más extremos.

Tabla: Regulación y calor extremo en viviendas de alquiler

Aspecto claveSituación actual
Climatización obligatoria por leyNo (solo si se pacta por contrato)
Habitabilidad legalNo incluye confort térmico
Crecimiento consultas legales+35 % en 2024
Días en alerta por ola de calor (2024)23
Recomendación principalPactar cláusulas específicas

❓FAQs

¿Puede un inquilino exigir aire acondicionado?
Solo si está reflejado en el contrato. De lo contrario, debe proponerlo y obtener autorización del propietario.

¿Qué se considera legalmente habitable?
Una vivienda segura, salubre y apta para vivir, aunque no disponga de climatización ni temperatura regulada.

Construcción y adaptación: oportunidad para transformar el entorno urbano

El sector de la construcción está creciendo con fuerza en España, impulsado por la demanda de obra nueva, la licitación pública y la reactivación de proyectos. Hasta junio de 2025, el número de personas ocupadas ha alcanzado los 1,48 millones, un 4,3 % más que el año anterior. También ha subido la afiliación (+2,6 %) y el consumo de cemento (+5,1 %), lo que confirma un ciclo expansivo. Esta actividad representa una oportunidad única para incorporar criterios de sostenibilidad y adaptación climática en el desarrollo urbano.

Sin embargo, la presión por construir más no siempre va acompañada de una revisión profunda del modelo constructivo. Aunque aumentan los visados de obra nueva y las grandes empresas lideran la generación de empleo, aún falta una política clara que garantice estándares mínimos de eficiencia térmica, sombreado, uso de materiales adecuados y diseño bioclimático. El entorno construido actual, en muchos casos, no está preparado para resistir los efectos del calor extremo.

La evolución del empleo y la inversión en el sector refuerzan la necesidad de priorizar enfoques resilientes. La construcción en España no puede limitarse a levantar estructuras: debe anticipar el impacto climático, reducir emisiones, y mejorar la habitabilidad de las viviendas y el espacio público. La transición hacia un urbanismo adaptado no es solo una cuestión técnica, sino estratégica para el país.

Tabla: Indicadores clave del sector construcción (junio 2025)

IndicadorValor registrado
Ocupados en el sector1.479.111 (+ 4,3 %)
Afiliación total1.453.998 (+ 2,6 %)
Visados de obra nueva+ 19,4 %
Licitación pública+ 25,3 %
Consumo de cemento (ene-mayo)6,3 millones de toneladas (+ 5 %)

❓FAQs

¿Cómo puede adaptarse la construcción al cambio climático?
Con materiales reflectantes, ventilación cruzada, cubiertas verdes, sombra estructural y planificación bioclimática.

¿Por qué es clave la obra pública en esta transición?
Porque permite aplicar soluciones climáticas a gran escala en infraestructuras críticas y barrios vulnerables.

De la emergencia térmica a la transformación urbana

El calor extremo ha dejado de ser una anomalía para convertirse en una amenaza estructural que afecta a la salud pública, la vivienda y la planificación urbana. Las ciudades españolas enfrentan el desafío de rediseñar sus infraestructuras con criterios de resiliencia, mientras el marco legal y el mercado inmobiliario aún no han interiorizado la urgencia del cambio climático.

La transición no puede esperar: requiere actualizar las leyes, anticipar el diseño de los edificios, y reorientar la inversión hacia soluciones que protejan a los más vulnerables. La construcción, el alquiler y la planificación urbana ya no pueden operar como compartimentos estancos. Solo una visión integrada —técnica, jurídica y social— permitirá responder con eficacia a un entorno cada vez más hostil.

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