Alcobendas. Léase lo que hemos encontrado en El Comercio Digital de Asturias: “El negocio de la intermediación inmobiliaria se ha reducido a la mínima expresión en Gijón por la mala situación económica. A finales de 2007 el censo de oficinas era de 360 y en dos años la cifra se ha reducido a una novena parte hasta llegar a las apenas 40 actuales por la caída en picado de las transacciones. De ese número sólo 15 tienen titulación de agentes de la propiedad inmobiliaria y están colegiados en Asturias.
Las últimas marcas en echar el cierre han sido las franquicias de implantación nacional como Allen, Factorhouse, Reinas y Look & Find. Las empresas que sobreviven en los distintos barrios coinciden en calificar el pasado año de «’annus horribilis’» y prevén que 2010 va a seguir por los mismos derroteros.“
Le ahorramos la división al lector pero anote que la “novena parte” de los supervivientes es del 11,11%, lo que lleva a una desaparición del 89,89 % de las inmobiliarias que existían a finales de 2007, esto es, medio año después del estallido de la Crisis. La brutalidad de tal reducción apenas sí puede difuminarse con reflexiones más o menos ácidas como:
-Eso sólo pasa en Gijón pero no aquí.
-Quizás las cifras base no sean exactas (No se indican bien las fuentes de esas cifras).
-Había un exceso de inmobiliarias y ahora ya no son necesarias (“por la caída en picado de las transacciones”).
-Ésas no eran de las nuestras. (“De ese número sólo 15 tienen titulación de agentes de la propiedad inmobiliaria y están colegiados en Asturias.”).
-Sólo los no profesionales o las franquicias han caído. (“Las últimas marcas en echar el cierre han sido las franquicias de implantación nacional como Allen, Factorhouse, Reinas y Look & Find.”).
-Etc. Etc.
Seguramente, mucho podría argumentarse para explicar la situación actual de las Inmobiliarias de Gijón pero… ¿por qué no nos extraña esas cifras a los que vivimos muy lejos de allí y de su mercado inmobiliario local? Pues porque, probablemente, su orden de magnitud sea representativo del promedio que podría aplicarse a todo el país. La gran extinción de las Inmobiliarias a las que hemos aludido en otros artículos no es una imagen literaria sino la cruda realidad. Y también lo es la diferente velocidad y naturaleza de la misma: primero caímos en ese desastre los intermediarios y luego han caído los promotores. Y esto no parece que vaya mejorando como no parece ser que los supervivientes estén aplicando medidas de adaptación –salvo el seguir consumiendo los recursos obtenidos en los tiempos de bonanza- que les permita evitar la extinción.
Siga con cuidado y recuerde que su máxima prioridad ahora es implementar en su Inmobiliaria respuestas adaptativas a la Crisis pues no parece haber otra forma de sobrevivir que la adaptación. ¡Salud y cambio urgente!