Tras la reciente Conferencia Temática sobre ‘Ciudades Intermedias: crecimiento y renovación urbana’, previa a una Nueva Agenda Urbana de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible (Hábitat III), sus participantes han firmado una Declaración de Cuenca (Ecuador) en la que abogan por un sistema más equilibrado de ciudades y asentamientos humanos, a través de políticas urbanas nacionales inclusivas y estrategias macros, así como una planificación regional y territorial efectiva, para asegurar la mejor distribución del crecimiento urbano.
Recomiendan, asimismo, fomentar enfoques sostenibles e integrados para el crecimiento y la regeneración urbana, basados en la premisa de correlaciones positivas entre urbanización y desarrollo. Que pasarían por considerar reglas adecuadas de planificación para el diseño, producción y administración de asentamientos humanos eficientes y equitativos, así como la planificación urbana para maximizar la generación de valor a partir de los procesos de desarrollo urbano.
Abogan también por ir hacia sistemas financieros municipales eficientes y transparentes, de cara a garantizar la gestión e inversiones eficientes así como una redistribución equitativa de los beneficios generados por el desarrollo urbano.
En clave social, alientan adentrarse en la diversidad y en la mezcla de usos, con el objetivo de mantener el carácter de la ciudad y fomentar los factores de proximidad, para mejorar la calidad de vida, la inclusión social, aprovechar los beneficios de la economía de aglomeración y reducir la demanda de energía, así como los tiempos de desplazamiento y las emisiones.
En este sentido, recomiendan a las autoridades desarrollar mayores políticas que integren planes de movilidad en la planificación urbana general, para la disminución de la demanda de vehículos privados y desalentar la dispersión urbana.
Entienden como básico desarrollar procesos de regeneración y renovación urbana basados en la planificación e intervención participativa e inclusiva, orientados a la puesta en valor de la identidad cultural, el patrimonio histórico y la singularidad del entorno edificado e intangible de las ciudades intermedias.
Tampoco se olvidan de conseguir una regulación pública eficiente del mercado de suelo, para garantizar la prestación sostenible y eficiente de suelo adecuado para el desarrollo urbano, evitando la especulación así como asegurando la captación y distribución equitativa del valor añadido obtenido como resultado del proceso de urbanización.