Del proyecto de tren de la costa entre las localidades de Gandía y Denia, en Valencia y Alicante, respectivamente, se lleva hablando tres lustros y los ciudadanos lo llevan esperando cuatro décadas. Y nunca pasa de ahí, de mero proyecto.
En ese tiempo, la única certeza que existe sobre el mismo es que los políticos de turno, tanto en el Ministerio de Fomento como en la Generalitat Valenciana, solo se acuerdan del proyecto en los meses precios a las citas electorales, como las que hay previstas en 2015.
Después, el tema se vuelve a meter en el cajón, y hasta las siguientes convocatorias. Así ha sucedido desde que en 2001 la Administración autonómica encargara un estudio informativo y el proyecto básico de esta infraestructura en dos tramos. Documento que, como otros, elaborados con posterioridad, han seguido el mismo camino. El de la papelera.
Hace cinco años, estando al frente del Ministerio de Fomento, el socialista José Blanco, parecía que la cosa se reactivaba de manera seria, con la firma de un convenio. Y los responsables ministeriales llegaron a comprometerse públicamente en relación a que si la Generalitat Valenciana no encabezaba el proyecto, sería la propia Administración Central. Mero globo sonda. Como había sucedido antes y como ha sucedido después, ni una ni otra Administración ha movido un dedo para acometer ese trazado ferroviario de 32 kilómetros.
Ahora, con las elecciones autonómicas, municipales y generales a la vista, la Generalitat Valenciana ha remitido al Ministerio de Fomento un nuevo estudio de viabilidad, al que se comprometió en 2011, que recoge un primer dato económico, que la obra costaría unos 1.000 millones de euros tras su reconversión de corredor único a su ejecución en cuatro tramos. Y que la obra no estaría concluida antes de una década. O sea, más de lo mismo.
Los datos de viajeros manejados plantean crecimientos mayores a los vegetativos y añaden cuatro millones de nuevos pasajeros. Los tiempos se acortarían gracias a que el proyecto combina y enlaza servicios de alta velocidad, cercanías y regionales. Así, los pasajeros con origen en Madrid tardarían dos horas y 13 minutos en llegar a Cullera y solo unos minutos más en llegar a Benidorm. En autobús y vehículo privado se tardaría de media de una a dos horas más.