Se ha comentado en más ocasiones, así que no es nuevo. Desde que empezó se ha contado más veces y de muchas formas, pero sin que esto haya pasado a mayores, pues el mensaje enseguida se difumina entre otras noticias. Es el asunto del Poder absoluto que la gran Banca -los Señores del Dinero- poseen sobre los ciudadanos y sus gobernantes. Y de alguno de sus ejemplos más claros: coger el dinero del BCE al 1% de interés con una mano y con la otra prestarlo, casi al instante siguiente, al 4%, al Gobierno de turno.
No puede entenderse que a un negocio, propiedad de algunos particulares prestamistas -las entidades de crédito-, se le haya rescatado y sea objeto de atención, cuidado y financiación preferente por parte del Poder político; que los “paganos” de tal desmadre seamos los ciudadanos de a pie, que esa Banca no cumpla con su cometido -la redistribución en forma de préstamos a particulares y empresas, del capital recibido de sus impositores- … y que, aún con un incumplimiento tan grave de su función, el Gobierno no haga nada para remediarlo.
Hace unos seis meses hablamos de esto, indicábamos la sumisión del Poder Político al Poder de los Señores del Dinero, la naturaleza de súbditos de los ciudadanos, y de la imposibilidad de revertir esa situación. Hoy leo, en el artículo del profesor Vicenç Navarro en público.es, la misma argumentación: “Los bancos ganan mucho más dinero comprando deuda pública a unos intereses muy altos (que el discurso oficial indica que el Estado necesita ofrecer para que los Estados puedan conseguir prestado dinero de los bancos), de un 4%, 6%, o incluso 13%. Imagínese el chollo que significa que reciban dinero a menos del 1% y con ello compren bonos que les generan una cantidad de dinero muchas veces mayor que la que pidieron prestada del BCE., con la misma sugerencia de la Banca pública -aunque sin nombrar este concepto- que hacíamos nosotros entonces: “El BCE debería prestar el mismo dinero, no a la banca privada, sino a los Estados, y dejar que estos lo ofreciesen a usted, a mí y a las pequeñas y medianas empresas, al mismo tipo de interés que el Estado lo recibe del BCE. Y señala la misma causa: “Y usted preguntará ¿Y por qué no se hace así? Pues porque la banca tiene un enorme poder sobre el BCE, sobre las instituciones que gobiernan la Eurozona, sobre el gobierno español y, no lo olvide, sobre los medios de información y persuasión…”
Nos dice el profesor Navarro que este es uno de los mil motivos que tenemos para indignarnos y que distribuyamos “entre amigos y familiares”, lo más ampliamente posible, su admonición, ante las dificultades de difusión de este tipo de comunicados. Y así lo hacemos. Pero la emisión y distribución del mensaje de sometimiento extremo a los Señores del Dinero de nuestros gobernantes, españoles y europeos, que padecemos, no parece que vaya a mover a la gente. No lo ha hecho anteriormente y no se ve por qué lo tenga que hacer ahora.
El profesor Navarro se confunde en este aspecto: no es un problema de distribución o de incomunicación de una situación perversa. El mensaje no llega porque algunos o muchos Medios impidan su difusión, sino, muy al contrario, llega -ya está instalado entre nosotros pues es difícil que hoy alguien en España no conozca el favoritismo escandaloso del Gobierno hacia la Banca-… y no desata indignación alguna. Es la población la que está adormecida… es en ella donde no se encuentra la energía necesaria para rebelarse contra este estado de cosas. Hemos aceptado de facto que la situación es irreversible y por eso, nada hacemos. No faltan los mensajes, falta la acción.
Fundamentalmente, no es un problema de Medios enemigos que impidan que la gente conozca lo que sucede, es un problema de personas que aceptan la situación y que incluso pueden haberse convencido de que no hay otro camino posible. Personas que estarían como Winston contemplando el rostro del Gran Hermano; “Contempló el enorme rostro. Le había costado cuarenta años saber qué clase de sonrisa era aquella oculta bajo el bigote negro. ¡Qué cruel e inútil incomprensión! ¡Qué tozudez la suya exiliándose a sí mismo de aquel corazón amante! Dos lágrimas, perfumadas de ginebra, le resbalaron por las mejillas. Pero ya todo estaba arreglado, todo alcanzaba la perfección, la lucha había terminado. Se había vencido a sí mismo. Amaba al Gran Hermano.”
Y es que como creemos que no es posible cambiar la realidad, nada hacemos para revertirla. La maldad de los Señores del Dinero y de su tiránico poder sobre la ciudadanía, es un hecho evidente,… tanto, como la aceptación de nosotros los ciudadanos súbditos, de esta situación perversa. Y mientras esto no cambie, la guillotina solo será un recurso literario.