En la provincia de Teruel el problema de la desertificación demográfica, con miles de pequeños municipios del ámbito rural habitados por muy pocas familias y de avanzada edad, lleva años creciendo a un ritmo vertiginoso, y las medidas tomadas hasta ahora no han surtido el efecto deseado.
Ahora llega otra, la que el Gobierno de Aragón va a tratar de aplicar poniendo en manos de las organizaciones empresariales turolenses 27 millones de euros que la Unión Europea ha concedido a la provincia aragonesa, con el objetivo de articular mecanismos que posibiliten la repoblación de estas localidades.
Hasta ahora, las ayudas europeas eran ayudas territorializadas, pero en el caso de las ayudas contra la despoblación se trata de fondos que hay que invertir íntegramente en cuatro líneas de ayuda que integran la Inversión Territorial Integrada (ITI).
Tener datos de desierto demográfico equiparables a la región rusa Siberia ha hecho que en Teruel lleven años lanzando iniciativas de todo tipo para atraer población, con grandes programas, entre ellos el de fomento del autoempleo.
Una fórmula muy utilizada en los pueblos ha sido la de atraer a familias con niños para reabrir las escuelas, con la promesa de un trabajo seguro. En los tiempos de bonanza acudían a esta llamada sobre todo inmigrantes, pero ahora también lo están haciendo parejas de españoles.
Pero está costando un mundo sacar adelante los proyectos, en los que los municipios suelen ofrecer la vivienda gratis a cambio de montar un negocio. Ni siquiera los multiservicios rurales, generalmente exitosos, han cuajado de manera generalizada.
Se trata de una fórmula por la que en un local municipal se concentran todos los servicios básicos para los vecinos de tienda, bar, restaurante o incluso hostal. Pero las buenas perspectivas iniciales se tornan en una cruda realidad, la de que los escasos márgenes que quedan, porque hay muchos gastos fijos como luz, o las cuotas a la Seguridad Social, que durante los meses de invierno de menos población no pueden cubrir.
El problema viene de lejos, pero se vio paliado momentáneamente en la pasada década. Al calor de los años del ‘boom’ económico, parte de la inmigración que fue llegando a España recaló en Teruel. Al tratarse de gente joven en su inmensa mayoría, eso dio un poco de aire a los envejecidos censos que arrastra la provincia. Pero, con la crisis económica, la tendencia se invirtió. De 2002 a 2008, Teruel fue ganando población, pero desde el 1 de enero de 2009 va a la baja y no encuentra freno.