La patata caliente del histórico frontón Beti-Jai le toca ahora gestionarlo al Ayuntamiento de Madrid encabezado por Manuela Carmena. Se trata de un inmueble situado en pleno barrio de Chamberí, a tiro de piedra del paseo de la Castellana que, en pleno boom inmobiliario, hizo que más de un promotor presionara ante los consistorios gobernados por el Partido Popular para abordar su posible demolición y construir pisos de lujo de a 10.000 euros el metro cuadrado.
No fue posible. Aunque está sin uso alguno desde 1989, fue catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), en categoría de monumento, en enero de 2011 y fue adquirido por el Ayuntamiento de Madrid el año pasado mediante expropiación, pagando 7 millones de euros.
Fue construido en 1894 bajo diseño del arquitecto Joaquín Rucoba, convirtiéndose en la cuarta infraestructura para la práctica de la pelota vasca que había por aquel entonces en Madrid. En 1918 dejaron de celebrarse allí encuentros deportivos y se inició una senda de cambios de dueños y usos. Fue recinto de la Asamblea de Alcoholeros, escuela militar, taller de automóviles, garaje, comisaría y cárcel y hasta taller de objetos de escayola.
Ahora, el consistorio capitalino está llevando a cabo obras de consolidación estructural con carácter de urgencia debido al pésimo estado de conservación del inmueble. Y, posteriormente, en una segunda fase, se abordarán obras de consolidación estructural y la estanqueidad de las cubiertas.
Para definir los nuevos usos, se ha abierto un proceso participativo de cara a convocar un concurso abierto para abordar el proyecto de recuperación de este edificio, cuyos usos serán deportivos y/o culturales.
En este sentido, se han organizado talleres sobre el futuro del inmueble, cuyo debate han abordado diferentes grupos: del Ayuntamiento, de técnicos de rehabilitación en arquitectura y urbanismo, asociaciones, y gestores económicos, culturales y deportivos.
En esos talleres se abordan los posibles usos principales y compatibles del frontón, el papel que podría cubrir en el barrio y en la ciudad, el plan de negocio y sostenibilidad económica, la identidad, el carácter del proyecto y su rehabilitación.
El recinto deportivo ocupa una parcela de 3600 metros cuadrados, y está realizado en diferentes estilos, desde el eclecticismo de la fachada principal al neomudéjar en su interior, así como la arquitectura del hierro característica del siglo XIX.
